El valor ilusorio del dinero


El 16 de marzo el grupo Joly publicó un artículo de Isidoro Moreno titulado "El pacto que ya existe", del cual destacaría el siguiente párrafo: " Quizá lo adecuado sería exigir que se rompieran esos pactos para abrir la posibilidad de una democracia avanzada y participativa en la que los seres humanos, y no la ganancia económica, fueran el elemento central y se garantizaran los derechos de las personas y los pueblos, en nuestro caso el andaluz. Eso sí que sería trascendente." Y de dicho párrafo destacaría la frase que yo he destacado en negrita.
Ahondando lo que significa dicha frase, se hace necesario desandar en el tiempo y profundizar en su significado. Sin enredarme en lo dicho por economistas y pensadores, la riqueza o el "valor" hunde sus raíces en tres factores: la naturaleza, el trabajo y el intelecto. El dinero, por sí mismo, jamás ha producido o generado valor ni beneficio. En las épocas más primitivas del ser humano, sólo era necesario la naturaleza y el esfuerzo humano para obtener un fruto o beneficio. La práctica del TRABAJO requería un nuevo factor, el intelecto, sin el cual no sería posible el trabajo, porque este requiere de una intención, de partida, y buscar una finalidad. Dicho fin no es otro que el producir más de lo se es capaz de consumir, porque de esta manera se podía mantener a una familia, una tribu o toda una población sin que fuese necesario el trabajo físico de todo el mundo. Si después de alimentar a toda la gente había un excedente se dedicaba al comercio.
En las sociedades modernas se ha implantado una magia cuyos trucos no se quieren ver, ni describir, porque entonces se caería todo el edificio sobre el que está sustentada. Y el truco no es otro que dar valor a algo que no lo contiene, ni es capaz de generarlo: el dinero. El dinero siempre sirvió como medio de cambio, y aunque algunos pillos lo usaban para sacar un beneficio poco honesto, conocidos como usureros, pillos a los que se les condenaba o menospreciaba. La usura fue mal vista por muchas culturas y condenadas por leyes civiles y religiosas y, a veces, perseguida.
Sin embargo, en la Edad Moderna surgieron empresas privadas que convirtieron el dinero en un mecanismo de valor, pero para que ello fuese posible necesitaron el respaldo y la justificación de la política. Es lo que ocurrió con La Compañía Británica de las Indias Orientales (fundada el 31 de diciembre de 1600) o la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (20 de marzo del 1602), empresas a las que se les otorgó el privilegio de conquistar y ocupar tierras, disponer de su propio ejército, declarar la guerra, hacer prisioneros y esclavizarlos, todo ello bajo el respaldo del estado. La Compañía Británica de las Indias Orientales obtuvo Carta real de manos de la reina Isabel I de Inglaterra con la intención de garantizarle los privilegios del comercio en la India. Esta Compañía se transformó, de ser una simple unión comercial a ser la empresa que gobernó la India hasta la disolución de la compañía en 1858. Ambas compañías (inglesa y holandesa) fueron fundadas por un grupo de empresas y de influyentes hombres de negocios, en las que el capital se fraccionó en forma de bono, o acciones, un sistema que fue conocido, posteriormente, como la Bolsa.
En este nuevo sistema, los propietarios o "accionistas", obtenían sus beneficios especulando con el valor que pudiera obtener en el futuro. Las maneras y artimañas empleadas en este tipo de negocio ya fue tratado por un andaluz, llamado José Penso de la Vega (nacido en Espejo, Córdoba, el año 1652, muerto en Amsterdam 1692) cuya obra principal, titulada "Confusión de confusiones", es referencia obligada en el mundo universitario de la economía y las finanzas a nivel mundial. Por cierto, debo decir que este autor andaluz es tan desconocido en su pueblo como ilustre en el mundo, y cuyos escritos fueron realizados en castellano antiguo, más próximo a la fonética andaluza que a la castellana. No hace falta que yo describa las malas artes usadas en la Bolsa porque ya lo describió con brillantez nuestro paisano, del cual entresaco dos párrafos:
Bien digo yo que no sabéis nada, (o Barbon amigo) pues no tenéis conocimiento de un negocio enigmático que es el más real y el más falso que tiene la Europa, el más noble y el más infame que conoce el mundo, el mas fino y el más grossero que exercita el orbe: mapa de sciencias y epítome de enredos, piedra de toque de los atentos y piedra de túmulo de los atrevidos, thesoro de utilidades y incentivo de despeños y finalmente un retrato de Sisifo que jamas descança y un simbolo de Yxion que siempre anda en una rueda viva.
Tengo por indubitable que solo el diablo pudo haver introduzido la maldad que haveis descripto, o que supo mas que el diablo que quien la introduxo, porque si el demonio arruinó el mundo, ya fué dando una mançana, mas lograr el triumpho sin dar nada es alcansar victorias sin sangre y gozar tropheos sin trabajo.

Situados ya en los momentos actuales, debemos constatar que este infame sistema, ya no depende de la política, como en aquellos tiempos, pues ahora se ha hecho dueño de la misma política, como se puede constatar la preeminencia que tiene el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Central Europeo, solo por citar los más conocidos. A nadie debe extrañarles que una de las artimañas usada para controlar a los políticos es el de hacerles participe de sus groseros métodos corruptos, porque la corrupción es el método para condicionar y chantajear a los políticos y al sistema llamado democrático.

Paco Gamboa, Miembro de Asamblea de Andalucía