¿De qué hablamos cuando nos referimos a la Renta Básica?

Hay quien afirma sabiendo muy bien de lo que habla o escribe, hay quien asevera sabiendo sólo de refilón el tema que trata y hay quien pontifica sin saber de qué se está hablando.
Con la Renta Básica (RB) abundan desgraciadamente los dos últimos grupos.[1] Es una de las cicunstancias más desdichadas que acompañan a esta propuesta normativa. La RB, que hace más de 30 años viene discutiéndose en círculos académicos, ha terminado por encontrar un amplio eco público, especialmente desde principios del siglo actual, en distintos movimientos sociales, sindicatos, partidos políticos y ciudadanía en general. Creciente ha sido el interés por la RB a partir de las consecuencias devastadoras para la población no rica de las políticas económicas aplicadas con la crisis económica. Pero la confusión ha crecido con el inicio, hace algunas semanas, de los trabajos de la comisión parlamentaria que está discutiendo la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) presentada al parlamento catalán por la Renta Garantizada de Ciudadanía (RGC) (comisión del parlamento catalán a la que dos de los tres firmantes de este artículo han sido citados a comparecer).

Últimamente han aparecido artículos en algunos periódicos tratando la RGC o mezclándola con la RB que son una muestra de lo que decimos. En un reciente artículo observábamos que “cuando una propuesta normativa de envergadura, y la RB lo es, se convierte en tema de intenso debate público, surgen como setas en otoño ‘amigos’ y ‘enemigos’ de la propuesta. Y bien está, pero creemos que vale la pena intentar aportar algunos conocimientos viejos, porque siguen siendo buenos, así como otros más nuevos, porque son necesarios.”
Desafortunadamente, buena parte de los artículos que proliferan en los últimos meses, más que ayudar a deshacer confusiones, las aumentan. En un debate público con repercusiones sociales es muy aconsejable saber de qué estamos hablando o escribiendo, a fin de que las discrepancias lo sean sobre aspectos meridianamente claros para todos. Intentaremos seguir esta norma para que toda persona que no esté de acuerdo con nosotros sepa en qué no está de acuerdo.
No nos extenderemos, porque son aspectos muy estudiados en los últimos 30 años, acerca de las habituales críticas a la RB y a la RGC: a) que los beneficiarios no querrían trabajar (remuneradamente, porque hay dos otros tipos de trabajo, el doméstico y el voluntario, que parece que para muchos no sean trabajos), y b) que facilitarían la proliferación de vagos, que siempre suelen ser los pobres, los ricos rentistas parece que lo han ganado todo a pulso y meritoriamente. Así como los que tienen que vivir de algún subsidio son gente vaga o fracasada o poco ambiciosa, los ricos (algunos añaden a la vaporosa “clase media”) serían, en contraste, gente trabajadora, exitosa y ambiciosa (lo que para una gran parte de este reducido colectivo no resiste un mínimo análisis objetivo, pero esta "batalla" la ganaron, seguro que no definitivamente, hace años Margaret Thatcher, Ronald Reagan y las muchas derechas que los siguieron, con el consiguiente desastre para las izquierdas que también hicieron suyos estos postulados al no saber qué política oponer. Ahora la escoria social más grande está formada por, según la derecha y una parte de la izquierda "respetable", quienes viven del subsidio público).
La RGC y la RB se diferencian en muchos puntos, expondremos sólo cuatro.
1) La RGC es un subsidio condicionado. Conlleva unos costes administrativos muy altos en proporción al presupuesto general del programa condicionado. En cambio, la RB se cobra siempre y representa una simplificación administrativa envidiable.
2) La RB se garantiza ex-ante, la RGC, en caso de poder acceder a ella, ex-post. Esta característica convierte a la RB en una medida esencialmente preventiva de la exclusión y activadora de la real igualdad de oportunidades.
3) La RGC intenta paliar la situación de pobreza y escasez, la RB pretende garantizar la existencia material a toda la población. La pobreza y la destrucción de las condiciones de vida y trabajo de buena parte de la población no son solamente un problema de desigualdad, también son un problema de libertad.
4) La RGC puede hacer caer en la trampa de la pobreza a sus beneficiarios. En tanto los trabajos remunerados a los que pueden optar son precarios y mal pagados, puede resultarles una pérdida neta de ingresos renunciar a la RGC y trabajar. Con la RB ello se evita.
Si estas diferencias son tan importantes entre la RGC y la RB, ¿por qué apoyar, como hemos hecho nosotros y la Red Renta Básica, a la ILP? Porque en comparación con la situación actual la RGC intenta poner freno a tanta barbaridad de unas políticas económicas que no han tenido en cuenta el sufrimiento que provocan a la mayor parte de la población no rica.
Finalmente, hay quien dice que la RB está muy bien, pero ¿cómo se financia? Hace pocos meses, los firmantes de este artículo presentamos un estudio en donde, a partir de una muestra de un cuarto de millón de declaraciones catalanas de IRPF del año 2010, en plena crisis, y a partir de reformas especificadas con detalle y mediante un modelo de microsimulación econométrica, se muestra cómo se puede financiar una RB para todas las personas residentes mayores de edad en Cataluña de 7.968 euros anuales y de una quinta parte para las menores. Y a un coste razonable y sostenible. Recuérdese que uno de los objetivos de la RB no es sólo que una parte importante de la población salga de la pobreza, sino garantizar la existencia material de toda la ciudadanía y residencia acreditada. Sin la existencia material garantizada la libertad no es posible.

[1] Una versión más reducida de este artículo se publicó en el periódico catalán Ara el pasado 30 de agosto de 2014.

Jordi Arcarons, catedrático de Economía Aplicada de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona.

Fuente original: www.sinpermiso.info