¿Qué es Asamblea de Andalucía (AdA)?
Asamblea de Andalucía (AdA):
un movimiento sociopolítico asambleario para la Andalucía del siglo XXI
Asamblea de Andalucía (AdA) es un movimiento sociopolítico andaluz que tuvo su asamblea fundacional en febrero de 2013. AdA quiere ser la organización sociopolítica de la ciudadanía andaluza que desea impulsar un profundo cambio político, social y económico en nuestra tierra.
En AdA creemos que es posible otra forma de hacer política para cambiar Andalucía y el actual sistema político desde la base. Pensamos que es necesario impulsar la creación de nuevas organizaciones sociopolíticas que desde el territorio, desde lo local, desde nuestros pueblos, barrios y ciudades, sirvan para transformar la política y la sociedad. Sus raíces están en los grupos que componen el movimiento social asambleario andaluz, los que se sitúan abajo y a la izquierda, los que trabajan por evitar la injusticia y la desigualdad social; esa es la fuente de este instrumento sociopolítico llamado Asamblea de Andalucía.
Además, entendemos que es necesario generar pensamiento crítico sobre la actual situación social, política y económica de Andalucía. La intervención sociopolítica desde abajo en Andalucía requiere de análisis críticos diferentes a los que difunden los poderes. Nuestra realidad difiere del pensamiento hegemónico que emana tanto de las instituciones públicas andaluzas como de los poderes e instancias no andaluzas (españolas, europeas, etc.)
Desde AdA se impulsa las organizaciones sociopolíticas andaluzas de base y el pensamiento crítico sobre la realidad de nuestra tierra, y todo ello desde una organización asamblearia.
Principios y objetivos
Asamblea de Andalucía es un movimiento político, social y cultural cuya existencia tiene por objetivo ser una herramienta útil para hacer que el pueblo andaluz logre una transformación radical del actual sistema político, social y económico dominante.
En esta organización son los valores, y no los meros intereses, los que determinan su orientación política. Asumimos una visión moral propia de las clases populares y trabajadoras andaluzas, caracterizada por los siguientes elementos: uno, la unión, la cooperación, el apoyo mutuo y la relevancia de lo comunitario sobre lo individualista; dos, el cumplir, la
responsabilidad y el compromiso con uno mismo y con los demás; y tres,la lucha por la justicia social y la dignidad frente a las desigualdades sociales.
Desde AdA se entiende que es necesaria una nueva orientación, un nuevo camino para devolver el poder al pueblo. El pueblo andaluz precisa de la unión de los movimientos sociales y de las organizaciones y personas que apuesten por transformar radicalmente el sistema, y no pretendan legitimarlo con la creencia ilusoria de que puede mejorarse con simples retoques. Para alcanzar este objetivo, y partiendo de la especificidad de Andalucía, nos proponemos avanzar en la construcción de un colectivo de personas y organizaciones –sociales, culturales y políticas- radicalmente democrático. Ha llegado la hora de coordinar esfuerzos y de potenciar confluencias para construir un poder andaluz en todos los ámbitos, que haga posible una Andalucía Libre formada por hombres y mujeres libres.
La base del colectivo se encuentra en el funcionamiento horizontal y democrático que necesita cualquier organización transformadora en el siglo XXI. Asumimos la principal novedad que aportan los denominados “nuevos movimientos sociales”: la ampliación de la política y la “politización” de lo social, de lo cultural e incluso de lo personal, ensayando nuevos ejercicios de ciudadanía más allá del marco del estado y de los partidos.
Se trata de apoyar y promover iniciativas en lo económico, lo cultural y lo político que respondan a una lógica diferente a la del capitalismo destructor de los pueblos, de la dignidad de las personas y de la naturaleza. Denunciar la corrupción del sistema político vigente y propiciar formas de democracia directa para la reconquista del ámbito de la política por parte de los ciudadanos. Y activar la memoria y conciencia colectivas del pueblo andaluz y desarrollar los valores de la cultura andaluza que pueden ser ejes de resistencia frente a la globalización totalitaria y deshumanizadora de la lógica del mercado.
¿Cómo se organiza y funciona AdA?
Desde este planteamiento, AdA funciona en base a la participación activa de sus miembros y la búsqueda de consenso interno. Apoya y colabora con los movimientos sociales, culturales y políticos que se enfrenten a las lógicas hoy dominantes del mercado y del nacionalismo de estado.
Asamblea de Andalucía no es un partido político. No hay que construir un partido político para intervenir en la política andaluza. La política es algo demasiado importante como para dejarla en manos de los profesionales de la política y de los partidos convencionales. Ahora bien, Asamblea de Andalucía respeta las decisiones de las Asambleas Locales u
organizaciones territoriales que forman parte de ella para que puedan concurrir, si así lo deciden, a las elecciones municipales y participar en las instituciones de sus pueblos y ciudades, así como para confluir, cuando así lo acordaran, en una candidatura a nivel nacional andaluz. Pero sin que ello respondiera, en ningún momento, a la falsa creencia de que la realidad social puede transformarse desde las instituciones y no desde la movilización y la lucha. Sólo se justifica la presencia en aquellas como un instrumento, entre otros, de potenciar estas y de producir un ascenso en la conciencia colectiva.
La nueva política y las nuevas soluciones a los problemas de los pueblos, ciudades y barrios de Andalucía vendrán de la ciudadanía en procesos de intervención y participación política activa. No podemos seguir esperando a que “mesías” ni partidos autodefinidos como vanguardia nos resuelvan los problemas. AdA trabaja para crear una cultura de la asamblea, donde las pautas a seguir sean el respeto a las ideas de los demás y el convencimiento de que la inteligencia colectiva es superior a la individual.
En AdA no existe Presidente, ni Secretario General, ni Comité Central, ni nada que se le parezca. En Asamblea de Andalucía hay muchos líderes. Todos somos líderes de nuestras ideas y todas las ideas son necesarias. Los portavoces elegidos, a los distintos niveles de AdA, están subordinados totalmente a las respectivas asambleas y a la opinión de las personas que las componen y, en gran medida, a los grupos u organizaciones sociales afines. En definitiva, se sigue la máxima de "mandar obedeciendo".
Los órganos del movimiento son las Asambleas locales y comarcales, la Asamblea General, la Coordinadora y las Áreas de Trabajo (en principio, organización y comunicación; política y derechos; economía y territorio, y cultura y educación, aunque podrán crearse cuantas se consideren oportuno en el futuro). La Asamblea General es el órgano máximo decisorio de AdA. Por su parte, la Coordinadora es el órgano de gobierno y representación de la organización que, en todas sus actuaciones, se deberá a la Asamblea General.
La Asamblea de Andalucía se organiza guiada por los principios del municipalismo, la democracia directa y participativa y el confederalismo. Los colectivos o Asambleas locales tienen completa autonomía siempre que respeten y compartan los principios, valores y objetivos de Asamblea de Andalucía. El funcionamiento interno se regirá por el principio de que las decisiones sobre los diversos asuntos se toman de abajo-arriba en el ámbito territorial. Es decir, los asuntos que corresponden al espacio local se deciden en dichos espacios y nunca una decisión que afecte a un ámbito territorial inferior se tome unilateralmente desde un nivel de decisión superior. Por su parte, los temas supralocales, ya sean de ámbito comarcal o andaluz, o respecto a las relaciones con otros pueblos, se acuerdan entre todos bajo el principio general del confederalismo.
¿Qué Andalucía queremos?
El actual sistema político y la actual organización territorial del Estado Español impiden cualquier potencial toma de decisiones realmente transformadoras por parte de los andaluces para oponernos eficazmente a las presiones del capitalismo global. Por ello, resulta necesario plantear otro marco para avanzar hacia un nuevo horizonte de igualdad entre las personas y los pueblos, de devolución del poder a estos, de garantía de los derechos humanos tanto individuales como colectivos, de solidaridad, de justicia, de respeto a la naturaleza y de potenciación de nuestra cultura. Los andaluces, al igual que todas las personas y pueblos del mundo, tenemos el derecho a ser protagonistas de las decisiones que nos afectan. Y para hacer este protagonismo posible, se hace indispensable dotarnos de ese ámbito andaluz de decisión del que hoy carecemos.
Andalucía posee identidad histórica, identidad cultural e identidad política y tiene, por ello, el derecho a decidir sobre sus propios asuntos y estructuras políticas, económicas, sociales y culturales. La cultura andaluza, por los valores en que se basan sus estructuras profundas y la orientación de su lógica, constituye potencialmente un importante instrumento de lucha contra la globalización capitalista. Para oponernos a los efectos desvertebradores y etnocidas de esta hemos de situarnos en la dinámica de reafirmación identitaria de los colectivos humanos. Sólo los pueblos que posean conciencia de identidad histórica y de identidad cultural y afirmen su identidad política podrán aspirar a existir en el futuro.
Esto no significa reivindicar necesariamente la formación de un estado propio. Porque, si este respondiera al modelo de estado-nación hoy existente, con la misma estructura y la misma cesión de soberanía a las instituciones gobernadas por el capital financiero y las grandes corporaciones empresariales, repetiría los mismos problemas de este modelo en crisis. Pero sí debe ser el objetivo conquistar la soberanía, es decir, el derecho a decidir libremente para hacer posible la construcción de otra sociedad y de otros mecanismos políticos que no suplanten la voluntad popular sino que sean cauces directos para la expresión de esta. El problema actual no es dibujar con exactitud el modelo jurídico de las futuras instituciones andaluzas sino la construcción “desde abajo” de instancias de protagonismo político, económico y cultural cotidianos que hagan cada vez más fuerte el poder popular andaluz que es necesario para ejercer nuestros derechos colectivos como pueblo.
Se trata de avanzar en la construcción de un poder autónomo, en lo cultural, lo económico y lo político, como resultado de la participación activa de una mayoría de
andaluces. El ámbito de decisión propio andaluz debe guiarse por el principio de que las decisiones sobre los diversos asuntos se toman de abajo-arriba en el ámbito territorial. Consideramos, pues, al municipalismo como una herramienta fundamental para la toma de decisiones de forma horizontal y radicalmente democrática. La estrecha vinculación y compromiso con el territorio –municipal, comarcal y andaluz-, el objetivo de alcanzar un poder andaluz que haga posible la justicia social y el ejercicio real de todos los derechos, y el funcionamiento en base a prácticas de democracia directa, activa y participativa representan la columna vertebral de nuestra forma de pensar y de proceder.
Es desde el ámbito municipal, comarcal y nacional andaluz desde donde nos planteamos el necesario rescate de la política. Desde el ámbito de lo local, en la creciente ocupación por parte de la ciudadanía de los espacios de decisión sobre los asuntos colectivos mediante la puesta en práctica de nuevos cauces y fórmulas democráticas que vayan sustituyendo al obsoleto sistema actual de partidos. Es desde los “universos sociales locales” y a nivel nacionalitario, en países como Andalucía, con identidad histórica, cultural y política, y con un papel dependiente y subalterno en la división territorial del trabajo impuesta por el sistema capitalista, desde donde puede ser posible la activación de la conciencia comunitaria y la puesta en marcha de iniciativas de participación de un creciente número de ciudadanos que rechacen su papel de consumidores pasivos y decidan actuar como sujetos de su propio destino. Son los pueblos, en nuestro caso el andaluz, a partir de sus comunidades locales de base, los agentes emergentes de la resistencia y construcción de proyectos alternativos.
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Desde el punto de vista socioeconómico, tenemos claro que el futuro no puede hoy construirse reproduciendo el presente, extrapolando las tendencias que prevalecen en la actualidad, porque este es un presente que no tiene futuro. Nuestra mirada se orienta desde una Andalucía que tiene una situación periférica, subalterna dentro del sistema y que, a su vez, forma parte de un mundo inmerso en una crisis que va mucho más allá de lo económico, ya que se trata de una crisis global del sistema. Por eso, si queremos vislumbrar algo que tenga futuro tenemos que mirar más allá de lo existente o al menos más allá de lo que se nos hace visible. El futuro tenemos que inventarlo entre todos, aunque muchos de los materiales y muchas de las experiencias que nos sirvan para construirlo estén ya entre nosotros.
Como experiencias y prácticas alternativas que sostengan nuestra base material podemos servirnos de muchas de las que ya están en marcha o están tratando de ponerse en funcionamiento en Andalucía y fuera de Andalucía, basadas en valores y principios diferentes a los que rigen en la actualidad: en la cooperación, la cohesión social, la defensa de los bienes comunes. Se trata de “producir para vivir”, de construir experiencias con el propósito de
atender las necesidades básicas desde otras lógicas diferentes a la que tiene por objetivo la obtención del máximo beneficio y la acumulación de capital basada en la apropiación del trabajo asalariado sin tener en cuenta los costes sociales, humanos y ecológicos. Esto implica introducir en el debate las formas de producción asociativa, el cooperativismo autogestionario, la gestión participada, la economía social y solidaria, la “economía del bien común”, la agricultura campesina, las redes comunitarias, y otras de similares características, en una discusión de carácter político y no meramente técnico.
Una manera alternativa, sostenible y viable de concebir lo alimentario, invirtiendo la lógica del dominio de las grandes mutinacionales de distribución para construir maneras de alimentarnos que recompongan las conexiones rotas entre productores y consumidores, lo que se concreta en la propuesta de soberanía alimentaria: una propuesta basada en el derecho de los pueblos a definir su política agraria y alimentaria, que en Andalucía ha sido acogida por grupos, asociaciones y movimientos sociales que tratan de llevarla a la práctica. Se trata de recuperar el control sobre el ámbito agroalimentario y supone también otra manera de gestionar el territorio, priorizando la articulación entre la producción agrícola local y el acceso a los mercados locales, apostando por circuitos cortos de comercialización y suponiendo una reactivación para los tejidos económicos locales desde maneras distintas de entender lo económico.
Como estas experiencias podemos encontrar otras muchas, en diversos ámbitos. Hay alternativas; lo que no hay es voluntad política ni poder que las haga prosperar. Por eso, es urgente y prioritario rescatar la política en su sentido más noble para poder construir una economía que pueda estar al servicio de la vida y no al contrario como ahora sucede.
Nuestro sueño
Nuestro sueño es más ambicioso que el de quienes sólo piensan en ganar elecciones. Nuestro sueño es que en Andalucía exista una sociedad politizada, concienciada y una economía al servicio de la vida. Terminar de una vez con la dependencia económica, la subalternidad política y la alienación cultural. Este sueño requiere de algo más que el trabajo de un partido político, de mucho más que alcanzar las alcaldías de nuestros pueblos y ciudades o la presidencia de la Junta de Andalucía. Para ello, Andalucía necesita la acción de un pueblo.
Tenemos un sueño tan difícil que nunca lo alcanzaremos del todo, siempre estaremos camino de conseguirlo. Ese es nuestro horizonte, nuestro impulso para caminar, para soñar. Y es que de eso se trata: de trabajar y soñar de forma colectiva para que nadie se tenga que ir de
nuestra tierra por no tener padrino, para que nadie sea explotado, para que todos tengamos acceso a un trabajo, una vivienda, una educación y una sanidad adecuadas, para que podamos desarrollar creativamente nuestra cultura. En definitiva, para que todos tengamos derecho a vivir dignamente en nuestro lugar en el mundo: Andalucía.