Menos puente y más empleo

El carterista acude a una serie de trucos para que el atracado no se percate de la maniobra del robo. Uno de ellos suele ser el dar un consistente golpe, en un lugar distinto al objeto del hurto para así distraer al incautado.
Esta es la maniobra que el gobierno de Rajoy, con la ayuda de sus adláteres gaditanos, ha planeado para la castigada Metrópolis gaditana. Mientras nos embelesaban con un fantástico puente, que ni falta que nos hacían, nos robaron la cartera naval, tabaquera, pesquera, de la automoción (Delphi) y, por ende, de toda la industria auxiliar del entorno. Ya se podrían haber invertido, esos más de 500 millones de euros, en potenciar el fructífero e histórico sector naval y en reindustrializar la Bahía con una verdadera reconversión, y no destrucción industrial.

Y, por si fuese poco, por ese dichoso puente no pueden navegar determinados tipos de buques, plataformas y artefactos varios. Ósea, que se ha construido un puente que condiciona al mayor astillero de Europa, quizás nuestra mejor cartera industrial. Engañándonos, una vez más, con el golpe de un tramo móvil al cual no se le ha instalado la anunciada maquinaria, sino que necesitará de una o dos grandes grúas para quitarlo, y volverlo a situar, cada vez que cruce un barco de grandes dimensiones. Pero a ese significativo coste habrá que añadirle otro mucho mayor, como es el dragado de la zona de paso, que se estima en 24 millones de euros.
¿Qué institución sufragará tan elevados costes? Lógicamente que ninguna administración los favorecerá. Deberá ser el propio astillero quien los asuma, incorporándolos al coste del barco o artefacto a construir, lo cual hará inviable el proyecto al producirse una oferta bastante alejada de los márgenes de competitividad. El trilero gubernamental sigue avanzando en su objetivo, que no es otro que lo planificado por la Unión Europea: intentar cerrar el gran astillero de Puerto Real, en beneficio de otros astilleros europeos.
Pero el carterista, convertido en mago y jugando a tres bandas, hace desaparecer el conejo de unos atractivos gaseros, ofreciendo el espejismo constructivo de unos petroleros, que no dejaran ningún valor añadido a la Comarca ya que todos los equipos, incluido el propio proyecto, se fabricaran o diseñaran allende de nuestras fronteras andaluzas. Solo se construirá el armazón de acero y el montaje del armamento. Con lo que el perverso, perdón, avezado carterista, continuará desposeyéndonos de nuestro conocimiento y tecnología. “Qué estos cachondos del sur sólo sirven para camareros”. Y encima nos quitan la escuela de hostelería.
Pero, ojo, el trilero nos vuelve a ocultar el presupuesto general del barco. Y, a menos que distribuyan asimétricamente las partidas, que lo harán, holgando las que les interesen y ajustando las del montaje y construcción del barco, estarán sentenciando, justificadamente, el cierre definitivo del inoportuno gran astillero. Jugada redonda. Ósea, estafa perfecta. Y, encima, con cándidos aplausos a los timadores mientras, triunfalmente, descubren descaradamente el objeto principal del tocomocho. Estos gaditanos son carajotes, dirán los timadores mientras navegan por sus indiferentes y prostituidas aguas de la Bahía, rumbo a culminar una escena gloriosa que, además, le proporcione suculentos réditos políticos. Que es lo único que les importan.
Estamos a tiempo de que estos hijos de la gran magia, aún puedan devolvernos lo sustraído a la heroica, “leal” y valiente Metrópolis de la Bahía de Cádiz, sólo hace falta que recuperemos nuestra dignidad y nuestra memoria histórica. Lo demás vendrá por añadidura.

Pedro Castilla Madriñán