El carácter plurinacional del Estado
español es una cuestión que históricamente nunca ha podido resolverse. En los
periodos de crisis social como el actual, los movimientos etnonacionalistas y
las
aspiraciones soberanistas han repuntado en aquellos territorios que
disponen de lo que Isidoro Moreno denominó “conciencia de etnicidad”. Una
novedad es que en la Catalunya actual, además de los sectores tradicionales del
nacionalismo, este proyecto es compartido, e incluso iniciado, por una parte
significativa de los nuevos movimientos sociales, quienes reivindican un
soberanismo ligado a una transformación de la estructura social y las
relaciones de poder. Esto no significa que los aspectos identitarios no sean
importantes: no sólo las fechas históricas y los símbolos han jugado su papel a
la hora de cargar de afectividad y de cohesión a las campañas por la
autodeterminación, sino que junto a las reivindicaciones étnicas se esgrimen poderosos
mensajes antiglobalización.
Lo interesante es que para el caso
de Catalunya nada diferencia las políticas económicas de los gobernantes del
Reino de España de las de los gobernantes de Catalunya. Ni siquiera los
escándalos de corrupción, que, sin embargo, no han impedido a Convergencia
subirse al carro de un movimiento soberanista que en su núcleo originario mantiene
posiciones radicalmente incompatibles con las políticas de este partido. Y no sólo
subirse al carro, sino incluso consolidar su legitimidad para conducirlo. Así,
aunque a efectos electorales el presidente Mas no figure en la cabeza de la
lista independentista, existen pocas dudas de que una victoria del Junts pel Sí
le llevaría a encabezar la negociación de la futura secesión del territorio catalán.
Posiciones de legitimidad
Probablemente si Convergencia puede
mantener una posición de legitimidad dentro de un movimiento soberanista que es
mucho más que un movimiento etnicista es porque, a diferencia del Gobierno del
Reino Unido con el caso escocés, el Gobierno
español no ha dado la más mínima oportunidad para el reconocimiento de la
plurinacionalidad existente. Así, la sola posibilidad de reconocer un pueblo
soberano que no sea el español es inaceptable para la derecha política. También
es inaceptable para una parte importante de la izquierda jacobina, que ha
jugado ambiguamente con el federalismo cuando ha estado en la oposición, manteniendo
posiciones decididamente españolistas cuando llegan al poder. Y que ha tratado de
mantener el debate en el marco de una Constitución que no proporciona salidas
en el contexto actual de reivindicaciones territoriales. Frente a esta posición,
el sector pro soberanista opone la primacía de lo político sobre lo legal,
alineándose, no sin desacuerdos y contradicciones, con un sector de la
izquierda española partidario de un proceso constituyente que implique la
revisión no sólo de la cuestión territorial, sino también de la forma de
Estado.
Sin punto final
En el contexto actual, ni la
victoria del Junts pel Si, ni su derrota supondrán un punto final en el proceso
soberanista. Antes al contrario, nos encontramos en una coyuntura en la que esta
reivindicación seguirá ocupando un lugar fundamental en las movilizaciones
sociales en Catalunya. En definitiva, los movimientos por la autodeterminación reflejan
un giro discursivo y programático en el etnonacionalismo.
Los nuevos proyectos aparecen como
solución a los problemas sociales generados por un Estado-nación que ha perdido
atribuciones en el marco de la UE y de los procesos de globalización, y por las
medidas antisociales de recorte. En todo caso, las elecciones del 27S marcan un
antes y un después en la historia del nacionalismo en Catalunya, cuya población
ha iniciado un poderoso proceso de movilización. Es posible que el avance
soberanista en Catalunya acelere el proceso de cambio iniciado en el nuevo
ciclo político, tanto por un posible efecto contagio en otros territorios como
por la posibilidad, abierta, de reformular radicalmente las instituciones
políticas.
Emma Martin y Beltrán Roca,
profesores de Antropología de la Universidad de Sevilla
Fuente original: Diagonal, nº del 10 al 23 de septiembre
de 2015