EN EL 80 ANIVERSARIO DEL 18 DE JULIO DE 1936.
Hoy se cumplen 80 años del golpe de estado militar-fascista que triunfó pronto en media Andalucía tras aplastar la resistencia obrera y republicana, cercenando las esperanzas de transformaciones sociales y el proceso de autonomía en que Andalucía estaba inmersa.
Tras ocho décadas, todavía es España el segundo estado del mundo con mayor número de "desaparecidos", sigue obstaculizándose la legítima aspiración de muchas familias de enterrar adecuadamente los restos de sus muertos, permanecen símbolos de la dictadura franquista y genocidas tienen sus tumbas en recintos religiosos (Franco en el Valle de los Caídos y Queipo en la basilica de la Macarena, el barrio que desangró en su feroz represión, ¡qué vergüenza!) Pero lo peor de todo es la permanencia de instituciones instauradas por el franquismo (la propia monarquía borbónica, varios artículos de la vigente Constitución, la Audiencia Nacional...) y la vigencia de planteamientos y "valores" de lo que se ha denominado el franquismo sociológico (necesidad de un caudillo en cada partido político u organización, clientelismo, prácticas mafiosas realizadas con la mayor hipocresía...).
Aún no ha habido una RUPTURA verdadera con lo que fue impuesto tras el 18 de julio del 36. En la Transición Política sólo hubo una Reforma consensuada por los franquistas más "flexibles" con el PSOE y el PCE, bajo la atenta vigilancia de las fuerzas fácticas económicas y militares, para instaurar un Régimen político (la segunda Restauración Borbónica, con base en el bipartidismo turnista) que garantizara la persistencia del Sistema (capitalista-españolista). Nuestro hoy refleja las consecuencias de todo esto.
Por ello es imprescindible acometer un verdadero proceso constituyente -que no ha existido desde 1931- o, más aún, procesos constituyentes en cada uno de los pueblos-naciones del Estado español, incluida Andalucía, para que libremente l@s ciudadan@s podamos darnos las normas para construir nuestro futuro individual y colectivo.
Es evidente que para que esta necesidad se inserte en la conciencia de la mayoría social hay que trabajar mucho y adecuadamente, en los diversos ámbitos, sin sectarismos, sin caer en la tentación de ocupar un espacio en el Régimen mismo asimilándose a este, y sin confundir los objetivos con la realidad todavía muy distante de estos. Difícil pero imprescindible.
ISIDORO MORENO