Según un editorial del diario El País del 6 de abril de 2014 Venezuela
es “ingobernable”.
Tal como están las cosas en el
mundo, no es difícil entender que sea tildada de ingobernable –por un medio que
responde a los intereses de las bolsas internacionales- una nación que ha
desarrollado en los últimos 14 años un profundo proceso de cambios socioeconómicos
y políticos por la vía democrática, logrando disminuir vertiginosamente la
pobreza, las desigualdades (somos el país menos desigual de América Latina)
–sólo la matrícula universitaria pasó de 400 mil a 2 a millones 600 mil
(aumentó 550%)- y escalar velozmente en el Índice de Desarrollo Humano de la
ONU, gracias a la recuperación de la soberanía sobre sus recursos naturales. No
en vano la recuperación del control del Estado sobre los recursos naturales
permitió que las mayores reservas petrolíferas del mundo fuesen reconocidas
como tales y no vendidas a precio de carbón o que las empresas
trasnacionales pagarán más de 1% de regalía por la explotación de dicho
recurso.
Sin embargo, con tan escandaloso
título, es mi deber tranquilizar a la opinión pública española, la República
Bolivariana de Venezuela goza de plena estabilidad institucional y sus poderes
públicos continúan tomando decisiones y gerenciando las áreas bajo su
responsabilidad con total normalidad. Ni siquiera en los municipios gobernados
por la oposición, en los cuales se ha auspiciado la violencia (menos del 2% del
total de los municipios del país y sólo en urbanizaciones de clase media y
media alta), es posible hablar de ingobernabilidad, porque a pesar de que
algunos alcaldes no han cumplido con sus responsabilidades, los poderes
públicos nacionales están actuando para que se respete la Ley y se garantice el
bienestar de la ciudadanía.
La imagen que intenta proyectar el
editorial de un país sumido en “las protestas y la represión”, no es coherente
con la realidad de una nación que viene de realizar dos procesos electorales en
el último año –en los cuales ha aumentado, significativamente, el respaldo al
gobierno del presidente democrático y constitucional, Nicolás Maduro– y que,
según la última encuesta privada chilena Latinobarómetro (2013), es el país de
la región que cuenta con más apoyo de su ciudadanía a la democracia.
Lo único que refleja con
honestidad el artículo es que la unidad de la oposición está
resquebrajada entre el sector que plantea una estrategia violenta para derrocar
a un gobierno democrático; y el sector más racional que analiza lo equivocado
de esta estrategia inconstitucional y los riesgos que supone para la paz social
y la popularidad de la propia oposición.
En este sentido, es preocupante la
simpatía mostrada por algunas corporaciones mediáticas, como PRISA, hacia la
acción de sectores violentos de la ultraderecha en Venezuela. Sectores que han
llamado a la salida inconstitucional del gobierno y que impulsan acciones
claramente terroristas –llamadas guarimbas- entre las cuales destacan quema de
instalaciones educativas, hospitalarias y de otras instituciones y servicios
públicos, como unidades de transporte de pasajeros y/o alimentos; el
levantamiento de barricadas con empleo de cócteles molotov, armas de fuego y
todo tipo de trampas en las vías, además de asesinatos con francotiradores, el
envenenamiento de embalses de agua y provocación de incendios forestales.
¿Cómo se puede hablar de represión
en un país en el que un sector de ultraderecha llama a derrocar al gobierno
democrático e impulsa acciones terroristas, y los efectivos del orden público
responden con proporcionalidad y control para devolver la tranquilidad a los
ciudadanos, mientras la Fiscalía actúa de manera ejemplar aplicando la Ley a
los implicados en hechos violentos o irregulares, incluso en los casos
excepcionales donde se han determinado responsabilidades de efectivos del orden
por violaciones de derechos humanos?
Llama la atención que El País olvida mencionar que estas
protestas violentas han dejado en dos meses un lamentable saldo de 39 víctimas
mortales, de las cuales las investigaciones ya señalan que los llamados
guarimberos tienen la responsabilidad directa de más de la mitad. Sin embargo, hasta
el 27 de marzo sólo había 168 detenidos, por la gravedad de los casos
criminalísticos en los que están implicados. ¿Cuál sería el resultado de la
acción de las fuerzas del orden y las instituciones de justicia en países de
Europa Occidental si un sector extremista pretendiera la salida por la fuerza
del gobierno constitucional y provocara acciones de violencia y terrorismo en
algunas ciudades, durante dos meses? ¿Cómo lo cubriría El País?
¿Cómo se puede decir que sufre un
desastre económico, Venezuela, un país que creció en 2012 un 5,5% y en 2013 un
1,6%, que tiene una relación deuda externa/PIB del 18%, una tasa de paro en 7%
o que entregó en los últimos dos años más de 500 mil viviendas sociales? No se
trata de eludir los retos que tiene nuestra nación en el área económica, pero
parece que la escandalosa deuda del grupo PRISA, por las aventuras financieras
y empresariales de sus directivos, influye cada vez más en su forma de plasmar
la realidad.
¿A qué apuesta El País cuando descalifica la
Conferencia Nacional de Paz convocada por el gobierno del presidente Nicolás
Maduro, que ha sido apoyada por todos los organismos de la región, desde Unasur
hasta la OEA, y ya ha producido importantes acuerdos con sectores empresariales
y de la oposición democrática? ¿Por qué no cuestiona la voluntad política de la
oposición violenta en un país donde la Constitución establece la
posibilidad de realizar un referéndum revocatorio a mitad de mandato? ¿Por qué
reitera la idea sin sustento de que los simpatizantes del chavismo son
violentos?
¿Quiere re-editar El País su nefasto editorial del 13 de
abril de 2002 “Golpe al caudillo”, cuando creyendo que había triunfado el
golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez, intentaron justificar la
ruptura del orden constitucional y democrático en Venezuela?
Ya decía algún otro medio
–igualmente de derechas- hace poco, que el principal directivo de El País ha estado con el franquismo, la
República, la Monarquía y ahora sólo busca que le echen “una mano para reducir
la deuda de PRISA”… Quizás sea El País
el que deba rectificar sus políticas editoriales, por respeto a los ciudadanos
que todavía creen en él… Mientras tanto el pueblo venezolano y su gobierno
democrático, constitucional y revolucionario seguiremos siendo independientes,
aunque algunos nos llamen ingobernables.
Mario Isea Bohórquez, Embajador de la República Bolivariana de Venezuela
ante el Reino de España, 9/Abril/2014