En el momento que escribo este artículo, la tregua y las conversaciones para un cese el fuego se han roto como consecuencia, una vez más, de la deliberada provocación israelí (la tentativa
fracasada de asesinado del comandante militar Mohammed Deif que ha producido varias víctimas civiles entre las que se encuentra su mujer y su hija pequeña). Sin embargo, es posible que en el momento en que este artículo sea publicado se haya llegado a un acuerdo: todo el mundo está interesado en poner fin a este round, pero no sin haber lanzado antes la última salva con el único objetivo de poder clamar "¡hemos ganado!". Sobre esta cuestión -¿quién ha ganado?- volveré más tarde en mi análisis.
fracasada de asesinado del comandante militar Mohammed Deif que ha producido varias víctimas civiles entre las que se encuentra su mujer y su hija pequeña). Sin embargo, es posible que en el momento en que este artículo sea publicado se haya llegado a un acuerdo: todo el mundo está interesado en poner fin a este round, pero no sin haber lanzado antes la última salva con el único objetivo de poder clamar "¡hemos ganado!". Sobre esta cuestión -¿quién ha ganado?- volveré más tarde en mi análisis.
Una observación semántica: los media y los creadores de opinión hablan de "guerra en Gaza". Esta definición forma parte del gigantesco aparato de propaganda puesto en marcha por Israel y retomado por la llamada comunidad internacional así como una gran parte de los medios de comunicación de masas. ¿Cómo hablar de guerra cuando de un lado se encuentra la cuarta potencia militar del mundo y del otro una población encerrada desde hace siete años en un bloqueo total sin que tenga, para defenderse, más que cohetes artesanales que provoca daños humanos y materiales son insignificantes?
Masacre en Gaza
Si se toman en cuenta los dos últimos meses, el cómputo de muertos (aunque resulte odioso decirlo y oírlo, es necesario precisarlo) es de 3 civiles israelíes de un lado y 1 800 civiles palestinos de otro. Eso no es una guerra, es una masacre. Bombardear con la aviación, la artillería de tierra y de la marina 1,8 millones de personas encerradas en un territorio no más grande que una aglomeración de tipo medio en Francia es, necesariamente, poner en el punto de mira a la población civil; un acto de terrorismo a gran escala.
Los medios que utiliza el Estado israelí son totalmente desproporcionados en relación a no importa qué objetivo militar. Ahora bien, ¿de qué objetivo militar estamos hablando?
Al principio, sin ninguna prueba, Israel acusó a Hamas de haber ordenado el secuestro y la ejecución de tres jóvenes colonos en Cisjordania; Hamas no sólo lo negó sino que la lógica del acuerdo que acaba cerrar con Al Fatah sobre el gobierno palestino de unión nacional contradecía semejante iniciativa. Ahora bien, para Israel... "si no has sido tú, ha sido tu primo-hermano."
Cuando se habla de Hamas, se está hablando de Gaza, donde Hamas detenta el poder. Para Israel Gaza es igual a Hamas y Hamás es igual a terrorismo. Poco importa que allí habiten más de un millón y medio de personas. Para la gran mayoría de israelís, Gaza no es un territorio o una población sino una bomba de destrucción masiva que es preciso desactivar a no importa qué precio. Desde hace tiempo, en el lenguaje corriente israelí para decir "vete al diablo" se dice "vete a Gaza".
A los colones muertos se les ha olvidado rápidamente y se ha comenzado, se ha vuelto, a hablar de cohetes lanzados sobre las localidades judías cercanas a Gaza. Estos cohetes venían cayendo desde hace años sin causar daños reales... y sin alterar la tranquilidad de los habitantes del resto de Israel que apenas se sienten concernidos por lo que se conoce como "la periferia", el equivalente del extrarradio en Francia.
Fue con la ofensiva terrestre cuando se descubrieron los túneles ofensivos (que no hay que confundir con los túneles que permitían pasar los productos necesarios para la supervivencia de los habitantes de Gaza desde Egipto, hasta que llegó el golpe de Estado de los militares, aliados de Israel, que los destruyeron inmediatamente). Se sabía que había túneles, pero la sorpresa de los israelís fue fuerte cuando vieron el tamaño de estos túneles y los medios tecnológicos que implicaban. Este es un nuevo fracaso de "los mejores servicios de información del mundo" que siempre se ha llevado sorpresas: desde la resistencia palestino-libanesa a la invasión en 1982, hasta la capacidad de resistencia de Hezbolá en 2006, pasando por la Intifada (1987-1990). Esto nos lleva a preguntarnos ¿para qué sirven sus enormes presupuestos...?
De hecho, la ineficacia de los servicios de investigación no es producto de la falta de formación o de tecnología, sino de la política: la arrogancia colonial impide comprender, e incluso ver, al colonizado. De la misma forma que los israelíes fueron pillados por sorpresa en 1982 (descubrieron que en Beirut había grandes inmuebles y coches de lujo -sic-), tampoco fueron capaces de imaginar que los gazaui pudieran construir ingeniosos túneles bajos sus barriadas.
Así pues ahora la guerra se lleva a cabo a causa de los túneles. Pero si es así ¿por qué borrar del mapa barrios enteros de Gaza y provocar cerca de dos mil víctimas civiles?, ¿qué busca Israel?
Objetivo: Mahmoud Abbas
Por muy extraño que parezca, el objetivo no era Gaza ni Hamas sino el enemigo público número uno de Hamas: el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas.
En efecto, nadie quiere más que Mahmoud Abbas un acuerdo de paz con Israel, aún al precio de un compromiso que para muchos palestinos se sitúa al límite de lo aceptable. El presidente palestino cuenta con el apoyo de la "comunidad internacional" que le considera el "socio ineludible para la paz" entre Palestina e Israel. Una paz que, incluso rebajada, supone el fin de la colonización y una retirada (de Israel) de la mayor parte de Cisjordania.
Algo que entra en contradicción con el objetivo estratégico de los diversos gobiernos de Tel Aviv, al menos tras el asesinato de Isaac Rabin; es decir, con el proyecto de colonización -de hecho de anexión- de Cisjordania. Una estrategia a largo plazo, planificada y puesta en pie sistemáticamente desde comienzos de los años 1970 por Yigal Alón y Ariel Sharon.
Por tanto, para el gobierno israelí un gobierno palestino abierto a compromisos es una amenaza, y una comunidad internacional -sobre todo los Estados Unidos- decididos a hacer que las cosas avancen, una catástrofe. La segunda parte de esta ecuación no está de actualidad, como lo ha demostrado el fracaso humillante de la Misión Kerry hace unos meses.
La formación de un gobierno palestino de unión nacional refleja una vieja aspiración nacional. En Israel este hecho se ha vivido esto como una ganga: "Los veis, ha vociferado desde Tel Aviv, Abbas y Mashal: tanto monta, monta tanto; ambos terroristas más o menos declarados, no interlocutores para lograr la paz. Circulen, no hay nada que ver". Sin embargo, para lograr este acuerdo Hamas hizo serios esfuerzos políticos aceptando dejar que Abbas continuara las negociaciones a la baja con Israel.
El problema para Netanyahu fue que este gobierno de unión nacional logró el apoyo de la comunidad internacional; incluso el de la Administración Obama, hacia la que Netanyahu no oculta su antipatía... que es compartida por la Casa Blanca, aunque ello no ponga en cuestión el vínculo estratégico estructural que vincula a ambos Estados. Es así como se puede entender la agresión contra Gaza y su motivo final, que no son ni los cohetes, ni los túneles, sino cargarse a Abbas y la amenaza de las negociaciones.
El ataque a Gaza y su fracaso
La operación debería de haber sido un paseo: fueron movilizados más de 60 000 reservistas, una poderosa artillería, centenares de blindados y, sobretodo, la aviación. El objetivo inicial no estaba claro: ¿detener el lanzamiento de cohetes? ¿hacer caer el gobierno de Hamas? El gabinete israelí no lograba ponerse de acuerdo. Lo que es cierto es que al principio no se trataba de una operación terrestre.
Tras varias semanas de bombardeos y de destrucción masiva sin precedentes, el ejército estuvo obligado de hacer balance: la operación fue un fracaso, porque Hamas continuaba lanzando cohetes que alcanzaban las aglomeraciones de Tel Aviv, Jerusalén e incluso el extrarradio de Haifa en el norte.
Entonces en Tel-Aviv decidieron pasar a la operación terrestre en Gaza que, como era previsible, se convertiría en una ratonera: más de 50 soldados muertos y Hamas defendiéndose con eficacia y guardado la mayoría de sus posiciones defensivas y ofensivas. El lanzamiento de cohetes continuaba como si nada.
Sin duda, tras este fiasco, se constituirán comisiones de investigación para tratar de explicarlo; particularmente en lo que se refiere a los servicios de investigación que no han sido capaces de predecir nada: ni la extensión, ni la sofisticación de los túneles, ni, sobre todo, la capacidad de resistencia de Hamas y de la población.
El precio pagado por la población es gigantesco, pero Israel ha perdido la guerra. El acuerdo que, tarde o temprano, se firmará, será para Hamas -y los gazaui- mejor que la situación anterior, en particular en lo que respecta al bloqueo.
A esto hay que añadir un nuevo deterioro de la imagen de Israel en todo el mundo, y no solo entre las y los militantes y simpatizantes de la causa palestina. Incluso la Administración estadounidense, que sin embargo no ha escatimado esfuerzos para reforzar la capacidad militar de su aliado estratégico, está en cólera contra la política de Netanyahu, que no llega a comprender ni (desde el punto de vista humanitario) a aceptarla sin más. Felizmente, para Netanyahu quedan los Hollande y Valls...
Las negociaciones comenzaron bajo los auspicios de Egipto que está lejos de ser un "mediador neutro". Ahora han sido suspendidas por Israel, pero es evidente que se van a retomar pronto para establecer un status quo que... aguantará lo que aguantará. Todo, o casi todo, depende de la voluntad del poder israelí para tomarse una revancha, que espera que sea exitosa.
Frente unido en Israel
Como hemos escrito al inicio del artículo, Gaza da miedo a los israelíes y cualquier justificación para atacar a su población, incluso la más infundada, es válida. Las raras voces de los comentaristas que tratan de poner un poco de realidad en sus análisis son ahogadas en el coro consensual. Es esto lo que explica la ausencia de una oposición de masas a la agresión y a la masacre que produce.
Aun si, desde los primeros días, ha habido concentraciones contra la guerra en Haifa, Tel Aviv y Jerusalén, así como en la localidades árabes, aunque han sido muy modestas (algunos cientos de personas). Se trataba de lo que podemos denominar la "extrema izquierda", es decir, sectores marginales.
En un momento pareciaque la población comenzaba a despertarse: el 26 de julio, en la Plaza de los Reyes - donde fue asesinado Rabin en 1995- varios miles de hombres y mujeres se concentraron en lo que fue la manifestación antiguerra más numerosa hasta el presente. Ahora bien, ¿se trataba realmente de una manifestación contra la guerra?, ¿la mayoría de la gente acudió a la manifestación para expresar su hastío por la masacre y en solidaridad con Gaza? No lo creo. Si exceptuamos un pequeño millar de militantes, lo que motivó a los habitantes de Tel Aviv fue Israel y su rápida transformación en una sociedad fascista: la pequeña burguesía educada y acomodada de Tel Aviv está en vías de perder su país en beneficio de una extrema derecha populista y de grupos fascistas cada vez más violentos.
Lo que los manifestantes salieron a defender es el viejo Israel y, más en concreto, la próspera, y abierta al mundo occidental, Tel Aviv; no tanto a los mártires de Gaza. A sus ojos, Israel está a punto de hundirse. Es lo que puede explicar el discurso desmoralizado de algunos jóvenes que hablan de abandonar el país en el que, literalmente, no soportan más el olor fétido. Más aún, cuando los "intelectuales de izquierda", con la notable excepción del Profesor Zeev Sternhel y, evidentemente, del gran humanista que es el corresponsal de Haaretz, Gideon Levi, no se hacen notar por su posicionamiento crítico.
Recientemente, escribí en mi Blog que Gaza emergerá de sus cenizas, pero Israel, ¿podrá encontrar un mínimo de humanidad? No parece probable y todo se pasa como si se hubiera sobrepasado un límite en la marcha suicida del Estado y de la sociedad israelí.
La indispensable solidaridad internacional
Las acciones de protesta contra los crímenes de Gaza y en solidaridad con sus habitantes han sido numerosas y masivas a lo largo del planeta. A la legítima rabia se añade una fuerte exigencia de poner fin a la impunidad de la que goza el Estado judío.
El gobierno Francés, una vez más desde la victoria de François Hollande, se ha destacado por un comportamiento miserable frente a las protestas no sólo legítimas sino naturales, prohibiendo por dos veces manifestaciones en Paris. Felizmente, el pueblo francés que tiene más sentido moral y político que aquellos a quienes ha elegido, ha sido capaz de desafiar estas prohibiciones sin sentido. Entonces, Valls y compañía han lanzado su último cartucho asimilando el apoyo a las víctimas palestinas con el antisemitismo. Esta sórdida manipulación que se ha utilizado hasta la saciedad sirve para paralizar a los más moderados, en particular en los media. Esta identificación del gobierno socialista (pero no de todos sus electos) francés con Israel y la política de dos pesos, dos medidas, no hace más que el juego a los antisemitas y a su estúpido discurso sobre el "lobby judío que tira de los hilos". También puede contribuir a desbordamientos en el movimiento de solidaridad y, en particular, entre los manifestantes menos politizados, a quienes a veces la rabia les ciega.
Sin duda, los miles de muertos en Gaza, esta inmensa masacre de civiles inocentes, han marcado los espíritus profundamente y por largo tiempo. Ahora se trata de capitalizar esta indignación en un movimiento perenne, tanto a nivel nacional como internacional, que no solo sea producto de esta indignación natural sino se arme de una estrategia a largo plaza contra el Estado colonial israelí y su política.
Es ahí que la campaña BDS (boicot, desinversiones, sanciones) adquiere toda su importancia: Israel debe ser puesta fuera de la ley en el espacio público, rechazada por la comunidad internacional y, en tanto se llegue a ello, puesta en el banquillo de los acusados por la sociedades civiles y sus instituciones (movimientos, partidos políticos, sindicatos e incluso empresas). Eso es posible y ya se hace. No hay ninguna duda que la masacre de Gaza va a contribuir ampliamente al reforzamiento de este movimiento global.
En el marco de la campaña BDS, es urgente exigir a los gobiernos y a las instancias internacionales la inculpación ante instituciones locales e internacionales de los responsables políticos y militares israelíes de la masacre de Gaza. Los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad no prescriben. Todos juntos deberíamos gritar alto y fuerte: ¡ninguna impunidad para los asesinos de Gaza!
Artículo escrito para Inprecor (607/608, agosto/setiembre 2014)
Michel Warschawski (1949, Estrasburgo) es periodista y militante pacifista de la extrema izquierda israelí; confundador y presidente del Centro de Información Alternativa (AIC) en Jerusalén.
Traducción VIENTO SUR