Presentación de la ILP por una renta básica en el Congreso de los
Diputados.
Aunque hace mucho tiempo que se concibió la Renta Básica Universal (RB), no
ha sido hasta hace poco cuando ha cobrado importancia en los círculos
académicos españoles e incluso en la agenda política y mediática. Esta
presencia se ha intensificado especialmente a raíz de la irrupción de Podemos
en el panorama político español, puesto que recogen esta medida en su programa
electoral. Bienvenido sea este debate, que siempre será constructivo. A
continuación expongo los principales argumentos en contra de la RB, pues aunque
es una medida potente, factible y muy efectiva para combatir la pobreza, lleva
aparejada importantes problemas macroeconómicos. Sin embargo, la propuesta que
aquí defenderé no es el rechazo de la RB, sino su modificación para
transformarla en un programa de Trabajo Garantizado (TG) que resuelva las limitaciones
macroeconómicas al mismo tiempo que logre mejores frutos sociales que la RB.
Recordemos que la RB es la concesión a todo ciudadano, independientemente
de su situación particular, de un ingreso fijo que le permita cubrir sus
necesidades vitales. De esta forma, nadie se vería obligado a aceptar cualquier
tipo de trabajo (por muy duro y precario que fuese) para poder sobrevivir con
un mínimo de dignidad.
En cambio, el TG parte de la premisa de que si bien es cierto que hoy día
en nuestras sociedades hay muchísimas personas que no están trabajando y
nuestro deber como sociedad es evitar que por culpa de ello pasen penurias,
también es cierto que hay mucho trabajo por hacer en nuestras comunidades. No
tiene sentido que mantengamos inactivas a personas que pueden y desean trabajar
mientras las necesidades de nuestros conciudadanos no estén cubiertas. En la
actualidad necesitamos que cuiden de nuestros mayores, de nuestros hijos y de
nuestros enfermos, que aumenten los servicios de ocio y cultura, que se cuiden
las infraestructuras, pavimento y fachadas de muchos barrios de nuestras
ciudades, que se reforesten enormes extensiones de terreno, que se cuide la
fauna y la flora de nuestro entorno, que aumenten y mejoren los servicios
sanitarios, que se defienda a los grupos discriminados y a los más vulnerables,
etc...
Por lo tanto, mucho mejor que otorgarle un ingreso fijo a todos los
ciudadanos es otorgarle el derecho a trabajar si así lo desean (si no lo desean
o no pueden, entonces que reciban un ingreso básico –de menor cuantía que en el
caso de trabajar). El Estado podría financiar y planificar este TG a través de
programas concretos, aunque en última instancia podrían ser las organizaciones
no gubernamentales, las cooperativas o cualquier otro tipo de organización las
que gestionaran las actividades en cuestión debido a que son las que tienen
experiencia sobre el terreno. La remuneración del trabajo debería ser fija por
número de horas; por ejemplo, 10 euros la hora. De esta forma se establecería
un ancla de precios para evitar tensiones inflacionistas. Al mismo tiempo, se
lograría que ninguna persona trabajase en el sector privado por menos de 10
euros la hora, ya que de ser así siempre podrían abandonar su trabajo para
formar parte del programa de TG.
Una vez presentadas de forma sucinta ambas propuestas, pasamos a enumerar y
describir las diferencias más importantes:
1) La RB genera tensiones inflacionistas; el TG no. Por el lado
de la oferta la RB busca acabar con los puestos de trabajo de peores condiciones.
Puesto que el empleado pasaría a cobrar un ingreso mínimo sin necesidad de
trabajar, podría abandonar su puesto si considera que no le merece la pena. El
empleador tendría que mejorar las condiciones laborales para que el trabajador
no abandonase, pero cabe la posibilidad de que no pueda hacerlo (debido a las
exigencias del mercado: aumentar salarios le podría suponer demasiado coste
para mantener competitividad sin aumentar precios o para darle suficiente
rentabilidad a los accionistas. Si la mejora de condiciones laborales se hace
en este contexto, los precios de los productos aumentarían para no ver mermado
el margen de beneficio empresarial: habría inflación). Si el empresario no
puede mejorar las condiciones (en muchos sectores con total seguridad no
podría), ese tipo de trabajo desaparecería: habría menos empleo y por lo tanto
menos producción (menos oferta de bienes y servicios).
Al mismo tiempo que eso sucede, la demanda de esos bienes y servicios
aumentaría puesto que todos los ciudadanos tendrían ahora más dinero en sus
bolsillos gracias a la RB. Este efecto conjunto tendría como resultado un
aumento notable de los precios de esos bienes y productos (la ley de la oferta
y la demanda manda: si ahora se venden menos productos y a la vez hay más compradores
el vendedor aprovechará la situación para subir los precios). Con precios
mayores el poder adquisitivo de los ciudadanos que han recibido la RB se
evapora: los pobres siguen siendo pobres.
En cambio, con el TG no habría inflación. Por el lado de la oferta no se
producirían menos bienes y servicios sino que se producirían más gracias a los
nuevos programas de empleo. Además, al ofrecer un salario uniforme y fijo (de
10 euros la hora por ejemplo) impide el empujar de los precios por el lado de
los costes salariales. Por otro lado, la demanda aumentaría pero en mucha menor
medida que en el anterior caso ya que sólo se verían beneficiadas aquellas
personas más necesitadas (quienes quieren trabajar y no se les deja, y otras
personas con necesidades económicas), y no todas (ricas y pobres) como ocurre
con la RB. Por lo tanto, no habría tensiones inflacionistas porque aunque
habría más dinero para comprar éste no sería tan abundante como en el caso de
la RB y al mismo tiempo aumentaría la cantidad de bienes y servicios puestos a
la venta.
2) La RB depreciaría la moneda si España tuviese moneda propia; con
el TG el efecto sería menor. Si el dinero que aparece en los bolsillos de
los ciudadanos gracias a la RB se destina en buena medida a comprar productos en
el extranjero (y conociendo el tipo de productos que se producen y que no se
producen en España ocurriría con seguridad), una moneda propia se devaluaría
fuertemente. El efecto sería mucho menor en el caso del TG porque el dinero en
los bolsillos de los ciudadanos no sería tan abundante. Eso no ocurriría con
una moneda común como el euro, pero vale la pena tenerlo en cuenta a tenor de
los importantes movimientos anti-euro.
3) La RB no tiene en cuenta el ciclo económico, el TG sí. La RB
es universal y constante: siempre el mismo ingreso y para todos,
independientemente de si estamos en una época de boom económico o recesión. En
una época de expansión económica inyectar más dinero en los bolsillos de todos
los ciudadanos no hará sino calentar todavía más la economía, provocando
burbujas e inflación. En cambio, el TG es flexible y contracíclico. En épocas
de boom económico aparecerán en el sector privado muchos puestos de trabajo
mejor pagados que los ofrecidos por el TG, de forma que muchos trabajadores del
TG se trasladarían al sector privado. De esta forma se estaría introduciendo
mucho menos dinero "extra" en los bolsillos de los ciudadanos, y por
lo tanto no se estaría calentando tanto la economía. En épocas de recesión
ocurriría lo contrario: muchos trabajadores despedidos en el sector privado
pasarían a trabajar en los programas de TG, logrando que no se enfriase tanto
la economía y evitando así la amenaza de la deflación (caída generalizada de
los precios).
4) La RB genera menos trabajo digno que el TG y de forma más
limitada. Con la RB se confía en la disponibilidad y voluntad del
empresario para mejorar las condiciones de trabajo hasta convertirse en empleos
dignos (de no hacerlo los trabajadores abandonarían). Muchos empleadores
podrían hacerlo pero otros muchos no. El TG se ahorra este problema al crear
trabajo digno de forma directa, sin necesidad de contar con los empresarios.
Además, con el TG se podría combatir directamente la discriminación de género,
racial y de cualquier otro tipo; algo que no se podría controlar con la RB.
5) La RB no crea servicios sociales; el TG sí. Con la RB no hay
producción social (que sirva a los más necesitados), no al menos más allá de la
que estén dispuestos a realizar voluntariamente los receptores del ingreso
fijo. En cambio, el TG crea directamente puestos de trabajo cuyo objetivo es a)
mejorar las condiciones de vida de muchas personas que lo necesitan y b) cuidar
y respetar el medio ambiente.
6) La RB sólo concede dinero, el TG mucho más. Recibir un
ingreso es sólo uno de los muchos motivos que hay para trabajar, y a menudo ni
siquiera es el más importante. Sentirse útil para con la sociedad, aprender
nuevas habilidades y conocimientos, socializarse, entretenerse, viajar, etc,
son otros beneficios que otorga el TG y que la RB no puede ofrecer.
7) La RB no forma ni prepara al ciudadano, el TG sí lo hace.
Los conocimientos y habilidades adquiridas por el trabajador del TG lo preparan
para encontrar trabajo en el sector privado o para iniciar sus propios
proyectos en un futuro.
Eduardo Garzón, 13 de agosto de 2014