Como es habitual cuando una propuesta
normativa de envergadura, y la RB lo es, se convierte en tema de intenso debate
público, surgen como setas en otoño “amigos” y “enemigos” de la propuesta. Y
bien está, pero creemos que vale la pena intentar aportar algunos conocimientos
viejos, porque siguen siendo buenos, así como otros más nuevos, porque son
necesarios. Para lo que pueda servir. Al fin y al cabo, el artículo de Eduardo
Garzón intenta discutir en serio y honradamente algunas cuestiones en relación
con la RB, lo que permite en principio un intercambio intelectualmente fecundo
y ad rem. No pocas veces se ha criticado a la RB per fas et
nefas: porque sería intrínsecamente perversa, o neoliberal, o estatalista,
o patriarcal, o porque iría en contra del pleno empleo, o porque buscaría una
sociedad de subsidiados. O, ¿cómo no?, porque no acaba con todas las
injusticias del capitalismo. En esos casos, el debate serio ya es más difícil.
A mediados de agosto se
publicó un artículo que defendía las virtudes que, según
el autor, ostenta el “trabajo garantizado” (TG) en contraposición a la Renta
Básica Universal (RB). Intentaremos exponer y contestar lo más brevemente
posible los abundantes errores que en nuestra opinión el autor
comete en su artículo, con especial interés en lo que Eduardo Garzón califica
de “argumentos en contra de la RB”. Para ello seguiremos muy detenidamente la
redacción de aquel artículo que citaremos copiosamente para permitir al
lector/a poder seguir más fácilmente nuestras respuestas y, claro está, para
que nadie pueda decir que “descontextualizamos” las citas. Lo que nos obliga a
citar casi todo el original, por lo que este artículo nuestro parece más largo
de lo que realmente es.
“Aunque hace mucho tiempo que se concibió la Renta Básica Universal (RB),
no ha sido hasta hace poco cuando ha cobrado importancia en los círculos
académicos españoles e incluso en la agenda política y mediática.”
Esta afirmación podía
ser cierta hace unos 15 años. Después, ya no. La RB ha salido del reducido
ámbito académico ya hace algunos lustros, y ha entrado en las preocupaciones
políticas no precisamente a raíz de la irrupción de Podemos, aunque sin duda
esto último ha agrandado su conocimiento social. En el caso del Reino de
España, claro, puesto que hay algunas interesantes experiencias sociales y
políticas en otros Estados ricos, no ricos y hasta pobres. Sin ninguna duda, la
claridad con la que Podemos defendió en las últimas elecciones europeas la RB,
ha estimulado el debate público y el interés por la RB, pero cabe recordar que
la RB ha sido discutida dos veces en el parlamento español en los últimos 10
años así como en el parlamento catalán (que fue el pionero en el Reino de
España en el debate de una propuesta de ley sobre la RB impulsada por ERC e ICV
en el año 2002) y en otros parlamentos de distintas CCAA. También fue motivo de
interés y debate en el movimiento conocido por 15M. Es significativo asimismo
que en las elecciones europeas hubo otras candidaturas y partidos a la
izquierda del PSOE (Bildu, IU-ICV, Anova, Equo…) que defendían la RB en sus programas con mayor o menor claridad, si bien
es cierto que ninguna con la contundencia y precisión de Podemos.
“[La RB] es una medida potente, factible y muy efectiva para combatir la
pobreza.”
La RB efectivamente es
una medida contra la pobreza, pero como algunos de sus defensores hemos venido insistiendo
a lo largo de los últimos 20 años, la RB no es solamente una medida contra la
pobreza. Se trata de una medida que incrementaría la libertad de buena parte de
la ciudadanía (gran parte de la clase trabajadora, la mayoría de mujeres que
dependen de su marido o amante para su existencia material, una mayoría de
jóvenes imposibilitados de emanciparse…). En otras palabras, la existencia
material de la mayoría de la población no rica se incrementaría con la RB. Esta
característica de la RB es para nosotros importante. Quien no tiene la
existencia material garantizada no dispone de libertad. Más adelante
insistiremos en este punto cuya comprensión es decisiva para evaluar las
potencialidades de la RB.
“Recordemos que la RB es la concesión a todo ciudadano, independientemente
de su situación particular, de un ingreso fijo que le permita cubrir sus
necesidades vitales.”
Para salir del paso
puede aceptarse, pero es muy deficiente esta definición. Entre otras razones
porque precisa que se defina lo que quiere decir “necesidades vitales”, aspecto
que el autor no acomete. Y la RB no tiene que ser necesariamente de una
cantidad que “permita cubrir” estas necesidades. Puede ser mayor, como los
distintos proyectos de ley en las cortes españolas y en el parlamento catalán
contemplaban con una RB de una cantidad “como mínimo igual al umbral de la
pobreza”. “Como mínimo”, aquí es pertinente para lo que contestamos. Nos parece
mucho mejor la definición de la Red Renta Básica según la cual la RB “es un ingreso pagado por el estado, como derecho
de ciudadanía, a cada miembro de pleno derecho o residente de la sociedad
incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración
si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan
ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quien conviva.” Es
una definición más larga y voluntariamente redundante, pero meridianamente
clara.
“De esta forma, nadie se vería obligado a aceptar cualquier tipo de trabajo
(por muy duro y precario que fuese) para poder sobrevivir con un mínimo de
dignidad.”
No se trata solamente de
un “mínimo de dignidad”, que es loable objetivo, sino de algo mucho más
exigente filosófico-políticamente para los que, a diferencia de los liberales,
no creemos que haya ninguna oposición entre libertad e igualdad: garantizar la
existencia material de toda la población es condición para su libertad. De ahí
que un pobre no pueda ser libre puesto que no se trata solamente de carencia de
bienes y servicios (para utilizar la jerga oficial) sino que depende en su
existencia material en sociedad de la voluntad arbitraria de otros.
“En cambio, el TG parte de la premisa de que si bien es cierto que hoy día
en nuestras sociedades hay muchísimas personas que no están trabajando y
nuestro deber como sociedad es evitar que por culpa de ello pasen penurias,
también es cierto que hay mucho trabajo por hacer en nuestras comunidades”
Hay tres tipos de
trabajo: remunerado, doméstico o reproductivo (aunque también recibe muchos
otros nombres) y voluntario. La RB permitiría que una gran parte de la
población redistribuyera sus tiempos con mucha mayor libertad que ahora entre
estos tres trabajos, todos necesarios para la comunidad. El TG solamente hace
referencia al primero de los tres tipos de trabajo.
“En la actualidad necesitamos que cuiden de nuestros mayores, de nuestros
hijos y de nuestros enfermos, que aumenten los servicios de ocio y cultura, que
se cuiden las infraestructuras, pavimento y fachadas de muchos barrios de
nuestras ciudades, que se reforesten enormes extensiones de terreno, que se
cuide la fauna y la flora de nuestro entorno, que aumenten y mejoren los
servicios sanitarios, que se defienda a los grupos discriminados y a los más
vulnerables, etc.”
¿Es que la RB se opone o
es un impedimento a cualquiera de estas realidades expuestas?
“La RB genera tensiones inflacionistas; el TG no. Por el lado de la
oferta la RB busca acabar con los puestos de trabajo de peores condiciones. Puesto
que el empleado pasaría a cobrar un ingreso mínimo sin necesidad de trabajar,
podría abandonar su puesto si considera que no le merece la pena. El empleador
tendría que mejorar las condiciones laborales para que el trabajador no
abandonase, pero cabe la posibilidad de que no pueda hacerlo (debido a las
exigencias del mercado: aumentar salarios le podría suponer demasiado coste
para mantener competitividad sin aumentar precios o para darle suficiente
rentabilidad a los accionistas. Si la mejora de condiciones laborales se hace
en este contexto, los precios de los productos aumentarían para no ver mermado
el margen de beneficio empresarial: habría inflación). Si el empresario no
puede mejorar las condiciones (en muchos sectores con total seguridad no podría),
ese tipo de trabajo desaparecería: habría menos empleo y por lo tanto menos
producción (menos oferta de bienes y servicios).”
Es un triste argumento
para los que además de defender la RB defendemos que los salarios deben ser
dignos. El autor cae de bruces en la trampa de la teoría
utilitarista-marginalista. Es cierto que puede haber trabajos que desaparezcan
porque no son rentables si se pagan a un salario digno, extremo que nos parece
fantástico y muy recomendable. En algunos conocidos y citados países los
salarios mínimos son más altos (por ejemplo, el doble en Francia, y vemos que
sigue siendo líder mundial en turismo, por ejemplo, el sector emblemático de
sueldos bajos). Su argumentación nos llevaría a dar más razones a la patronal y
al FMI que reclaman salarios más miserables para competir por costes bajos. Sí,
desaparecerán algunos trabajos remunerados. Algo que nos parece muy
recomendable dadas las condiciones para la población que ocupa estos trabajos.
Esta posibilidad nos ayudaría a plantearnos algunos cambios en serio del modelo
productivo, pero para no alargar y desviar innecesariamente nuestra
contestación, solamente lo dejamos apuntado.
“Al mismo tiempo que eso sucede, la demanda de esos bienes y servicios
aumentaría puesto que todos los ciudadanos tendrían ahora más dinero en sus
bolsillos gracias a la RB. Este efecto conjunto tendría como resultado un
aumento notable de los precios de esos bienes y productos (la ley de la oferta
y la demanda manda: si ahora se venden menos productos y a la vez hay más
compradores el vendedor aprovechará la situación para subir los precios). Con
precios mayores el poder adquisitivo de los ciudadanos que han recibido la RB
se evapora: los pobres siguen siendo pobres.”
La demanda solo crecerá
por la diferencia entre la propensión al consumo de los pobres que recibirán
más dinero y la de los ricos que ahora tendrán menos. En un contexto económico
de crisis, con 5 años de caídas del consumo privado que en términos
reales lo han retrotraído una década, con un tejido industrial muy lejos de la
plena utilización de la capacidad productiva, con una caída del 25% de la
superficie comercial o con tres millones de viviendas vacías [1],
que cuarenta o cincuenta mil millones de euros pasen de manos de los ricos al
resto lo que menos nos ha de preocupar es que sea inflacionista, aunque sí
pueda haber alguna tensión que, dicho sea de pasada, en un entorno
deflacionista como estamos, también bienvenida sea. Y esto de que la RB se
evapore es una exageración tan grande y dicha a la ligera que no parece ser
fruto de una reflexión. Además, la RB en las propuestas que defendemos puede
estar indexada con el umbral de la pobreza, si éste sube nominalmente, también
lo hará la RB.
“En cambio, con el TG no habría inflación. Por el lado de la oferta no se
producirían menos bienes y servicios sino que se producirían más gracias a los
nuevos programas de empleo. Además, al ofrecer un salario uniforme y fijo (de
10 euros la hora por ejemplo) impide el empujar de los precios por el lado de
los costes salariales. Por otro lado, la demanda aumentaría pero en mucha menor
medida que en el anterior caso ya que sólo se verían beneficiadas aquellas
personas más necesitadas (quienes quieren trabajar y no se les deja, y otras
personas con necesidades económicas), y no todas (ricas y pobres) como ocurre
con la RB. Por lo tanto, no habría tensiones inflacionistas porque aunque
habría más dinero para comprar éste no sería tan abundante como en el caso de
la RB y al mismo tiempo aumentaría la cantidad de bienes y servicios puestos a
la venta.”
El autor se olvida de
cómo se financiaría la RB. Para criticar los efectos inflacionistas de la RB,
debe especificarse qué tipo de financiación se está proponiendo. ¿Con más
impuestos?, ¿con endeudamiento público? Hemos propuesto desde hace ya algunos
meses una propuesta de financiación que supone una
gran redistribución de la renta de los más ricos al resto de la población.
Además, si calculamos que en el Reino de España hay seis millones de personas
paradas más otra cantidad indeterminada que ya ni busca trabajo porque no lo
encuentra (mayores de 55 años sobre todo), además de 1,8 millones según la
última EPA que trabaja a tiempo parcial de manera involuntaria
porque querría trabajar a tiempo completo, nos da que el coste a 10 euros la
hora (sin contar la cotización a la Seguridad Social, suponemos) nos daría 1.800
horas anuales x 7.800.000 personas x 10 euros hora = 140.000
millones de euros anuales + Seguridad Social. Otrosí, mirando la encuesta
cuatrienal de estructura salarial, en el año 2010 (cuando los salarios aún no
habían bajado tanto como hasta ahora por efecto de la crisis), el 32,7 % de los
trabajadores a tiempo completo cobraban menos de dos veces
el Salario Mínimo. El SMI en el Reino de España está en 5,05 euros
la hora (un 40% menos que el que acaba de aprobar Alemania a partir de uno de
enero de 2015 y un 47% menos que el SMIC francés). Así que a 10 euros/hora que
propone como ejemplo el autor, más de un tercio de los asalariados a tiempo
completo (seguramente ahora más) desearían dejar su trabajo y acogerse a la
oferta estatal, cuatro millones más de demandantes del TG. De hecho el salario
hora del TG sería el nuevo SMI a efectos prácticos. Finalmente habría que
añadir una gran mayoría de autónomos que ganan (o al menos declaran) mucho
menos que estos 10 euros la hora, o tienen que alargar sus jornadas laborales
para alcanzar unos ingresos mínimos (caso del pequeño comercio), una cifra
indeterminada que podría superar el millón de empleos. En resumen,
el estado y sus partners deberían crear hasta 13 millones de
puestos TG, un sinsentido equivalente al 75% de la ocupación actual en el Reino
de España, con un coste por encima de los 200.000 millones de euros más la
Seguridad Social, más los costes organizativos y burocráticos y más los costes
de capital (las inversiones necesarias para desarrollar los
trabajos) y seguir sin aventurar como se podría pagar esto y que
efectos, esta vez sí, inflacionarios tendría. Otra cosa sería rebajar el coste
por hora de este TG, en ese caso ya reharíamos los números pero ya aventuramos
que los costes económicos y organizativos continuarán siendo
extraordinariamente elevados. Además, ¿qué significa que las personas ricas y
pobres se verán beneficiadas con la RB, como afirma imprudentemente E. Garzón?
Un sinsentido monstruoso. En todo proyecto de financiación políticamente serio
de la RB,los ricos pierden con la RB. No podemos hacer otra cosa para abreviar
que remitir a nuestro estudio ya mencionado en donde se precisa detenidamente
quién gana y quién pierde.
“La RB depreciaría la moneda si España tuviese moneda propia; con el TG el
efecto sería menor. Si el dinero que aparece en los bolsillos de los ciudadanos
gracias a la RB se destina en buena medida a comprar productos en el extranjero
(y conociendo el tipo de productos que se producen y que no se producen en España
ocurriría con seguridad), una moneda propia se devaluaría fuertemente. El
efecto sería mucho menor en el caso del TG porque el dinero en los bolsillos de
los ciudadanos no sería tan abundante. Eso no ocurriría con una moneda común
como el euro, pero vale la pena tenerlo en cuenta a tenor de los importantes
movimientos anti-euro.”
“Si el mar no tuviera
marea alta”. El Rey de Inglaterra y Dinamarca, Canuto II (995-1035), conocido
como el “príncipe de las mareas”, ordenó en persona en las orillas de la playa
que el mar detuviera las engorrosas mareas altas. Evidentemente, si no lo
llegan a rescatar la marea alta se lo hubiera engullido. “Si España tuviese
moneda propia”… no es cosa menor y, convendremos, no es para pasado mañana. En
cambio, las necesidades de la gente son perentorias.
La RB se financia, según
nuestra propuesta, con una transferencia de ricos a pobres, entre otras
características. Y que nosotros sepamos los coches de importación de lujo, los
viajes recreacionales al extranjero, las delicatessen y la cosmética también de
lujo extranjera, son adquiridos por los ricos, o sea que su propensión a
importar o gastar allende las fronteras es más elevada que la de los pobres.
“La RB no tiene en cuenta el ciclo económico, el TG sí. La RB es universal
y constante: siempre el mismo ingreso y para todos, independientemente de si
estamos en una época de boom económico o recesión. En una época de expansión
económica inyectar más dinero en los bolsillos de todos los ciudadanos no hará
sino calentar todavía más la economía, provocando burbujas e inflación. En
cambio, el TG es flexible y contracíclico. En épocas de boom económico
aparecerán en el sector privado muchos puestos de trabajo mejor pagados que los
ofrecidos por el TG, de forma que muchos trabajadores del TG se trasladarían al
sector privado. De esta forma se estaría introduciendo mucho menos dinero
“extra” en los bolsillos de los ciudadanos, y por lo tanto no se estaría
calentando tanto la economía. En épocas de recesión ocurriría lo contrario:
muchos trabajadores despedidos en el sector privado pasarían a trabajar en los
programas de TG, logrando que no se enfriase tanto la economía y evitando así
la amenaza de la deflación (caída generalizada de los precios).”
Otro gran error
analítico. Los países con unos sistemas fiscales más potentes, con mayor
presión fiscal y menos dependiente del ciclo son los más resistentes a la
crisis. La RB es anticíclica completamente a corto plazo puesto que mantiene
los recursos más estables precisamente en la capa de la población que soporta
más el consumo interno y por lo tanto la demanda interna, principal motor
económico cíclico. Y en épocas de expansión, al crecer la renta per cápita
también lo haría la RB lo que también limitaría las desigualdades de renta,
precisamente una de las causas contrastadas de las recurrentes crisis
capitalistas. No obstante, debemos admitir que para situaciones de crisis
ligeras en entornos de cuasi-plena ocupación, el trabajo garantizado podría ser
una solución adecuada también. De hecho, la idea del TG o del estado como
empleador de último recurso es una idea de economistas progresistas
especialmente estadounidenses, donde el paro en los últimos 70 años no ha
superado nunca el 10%[2]. En el Reino de España en los últimos 35 años
esto solo ha ocurrido en tres.
“La RB genera menos trabajo digno que el TG y de forma más limitada. Con la
RB se confía en la disponibilidad y voluntad del empresario para mejorar las
condiciones de trabajo hasta convertirse en empleos dignos (de no hacerlo los
trabajadores abandonarían). Muchos empleadores podrían hacerlo pero otros
muchos no. El TG se ahorra este problema al crear trabajo digno de forma
directa, sin necesidad de contar con los empresarios. Además, con el TG se
podría combatir directamente la discriminación de género, racial y de cualquier
otro tipo; algo que no se podría controlar con la RB.”
Nuestra postura es que la RB no es una
propuesta que abandona a su suerte a los trabajadores, al contrario, debe
combinarse con un refuerzo del llamado estado del bienestar, una progresiva
subida del salario mínimo a los estándares que recomienda, por ejemplo, la
Carta Social Europea. Una existencia material que permita el ejercicio de la
libertad y una potenciación de la tarea sindical y de su capacidad negociadora
en favor de unas mejores condiciones laborales, incluido, por ejemplo, un
reparto equitativo de las ganancias de la productividad. Y en este punto los
sindicatos encontrarán un formidable aliado en la RB que ya no obligará a los
demandantes de empleo a aceptar cualquier trabajo bajo cualquier condición,
puesto que el poder de negociación de los trabajadores y de los sindicatos
aumentará. [3] Alguno de nosotros ya ha escrito más de una vez
sobre el papel de caja de resistencia que una RB tendría en casos de huelgas de
larga duración. Y más interesante aún es insistir en que la RB significaría un
factor para contrarrestar el “efecto disciplinador” del desempleo. Ya lo
escribimos en otra ocasión: “Una de las características fundamentales del
funcionamiento económico dentro de la zona UE (y de otras geografías, por
supuesto, pero concretamos en este ámbito por ser el de nuestra área) es la
gran capacidad de que dispone el capital para disciplinar a la población
trabajadora. El factor principal de esta capacidad disciplinaria es la
existencia de una gran parte de población trabajadora sin empleo. Cuando la
posibilidad de despido se convierte en algo cada vez más frecuente en una
situación de crisis, más dispuesta está la población trabajadora para aceptar
condiciones laborales peores. (…) La RB representaría una herramienta muy
poderosa para debilitar esta capacidad disciplinaria del capital. Creemos que,
aunque pueda resultar muy paradójico, muchos sindicatos, con algunas ejemplares
excepciones, no han entendido la enorme capacidad de la RB para debilitar la
disciplina que el capital puede imponer, e impone, en una situación de enorme
desempleo.”[4]
“La RB no crea servicios sociales; el TG sí. Con la RB no hay producción
social (que sirva a los más necesitados), no al menos más allá de la que estén
dispuestos a realizar voluntariamente los receptores del ingreso fijo. En
cambio, el TG crea directamente puestos de trabajo cuyo objetivo es a) mejorar
las condiciones de vida de muchas personas que lo necesitan y b) cuidar y
respetar el medio ambiente.”
Es verdad, aunque esto
corre el riesgo de que en épocas de bonanza se pierdan trabajos en el sector
social. Además, en el punto anterior ya hemos dicho que la RB debe combinarse
con un crecimiento del gasto social hasta converger con los estándares europeos
más generosos lo cual generará también puestos de trabajo.
“La RB sólo concede dinero, el TG mucho más. Recibir un ingreso es sólo uno
de los muchos motivos que hay para trabajar, y a menudo ni siquiera es el más
importante. Sentirse útil para con la sociedad, aprender nuevas habilidades y
conocimientos, socializarse, entretenerse, viajar, etc., son otros beneficios
que otorga el TG y que la RB no puede ofrecer.”
Aquí se manifiesta lo
que a nuestro entender es una gran incomprensión de lo que significaría la RB.
La RB es un instrumento para garantizar la existencia material de toda la
población, como queda dicho. Adicionalmente, es un grave error suponer que la
RB se opone al trabajo remunerado. La propuesta de TG olvida además y como ya
hemos apuntado con anterioridad que existen tres tipos de trabajo (remunerado,
reproductivo o doméstico y voluntario) y solo uno está retribuido monetariamente.
El TG se olvida de la gente que no puede trabajar con contratos laborales
estándares por sus circunstancias personales o de la gente que quiere
emanciparse para formarse, para montar un nuevo negocio o empresa, a los que
condena a ganarse el sustento trabajando para el estado o las ONG partners que
colaboren con él en unos sectores específicos. El TG da mucha menos libertad
que la RB.
“La RB no forma ni prepara al ciudadano, el TG sí lo hace. Los
conocimientos y habilidades adquiridas por el trabajador del TG lo preparan
para encontrar trabajo en el sector privado o para iniciar sus propios
proyectos en un futuro.”
Quizás no hemos
entendido bien, pero aquí el embrollo es mayúsculo. El TG solo forma en
aquellos sectores que interesa dar trabajo social, no en los que interesan al
ciudadano. La RB permitiría disponer de una mayor libertad que en la actualidad
para decidir qué quiere hace cada uno con su formación (que incluye aspectos
mucho más dilatados que el de la formación laboral).
No sólo esto, el TG crearía
tales distorsiones en los mercados de provisión de los servicios en los que
competirá que posiblemente generaría más problemas de los que quiere solucionar
al destruir puestos de trabajo preexistentes tanto en el sector público como en
el privado lucrativo o no lucrativo. Sin entrar de nuevo en la viabilidad
financiera y organizativa del TG (afectaría a millones de
trabajadores), si éste está mejor pagado que los salarios habituales de un
sector, las empresas o instituciones proveedoras preexistentes o bien deberán
pagar mayores salarios con el riesgo de incurrir en pérdidas y desaparecer o
bien desaparecerán porque nadie querrá trabajar en ellas. ¿Qué ocurrirá
entonces, situándonos en la lógica del propio autor del artículo que
contestamos, cuando la economía se recupere pero en cambio haya desaparecido el
genuino sector, sus directivos y cuadros, etc.? Se habrá producido una
“garantía/nacionalización” encubierta de una parte muy significativa de la
economía y difícilmente a corto plazo ésta pasará de nuevo al sector privado o
público-privado y nadie tendrá interés en invertir en ella si la espada de
Damocles del TG pende permanentemente sobre ella, ¿Y qué ocurrirá si vuelve una
crisis y los sectores tradicionales para el TG ya han sido pasados
al sector “garantizado”? ¿Qué nuevos sectores sufrirán la competencia del TG?
Otro sinsentido económico. [5]
Hemos intentado
responder con algún detalle a todas las argumentaciones del artículo de E.
Garzón, prescindiendo de otros aspectos que para nosotros son muy relevantes de
la RB, pero que el autor no menciona. No estamos en contra del TG,
como tampoco estamos en contra de la renta garantizada de ciudadanía (a la que
hemos apoyado porque supondría una mejora substancial en relación a la situación
actual), ni del refuerzo del estado del bienestar (complemento necesario de la
RB, al igual que la mejora del salario mínimo y del resto de condiciones
laborales), pero la excepcional situación en que vivimos y las tendencias que
se observan y prevemos a medio y largo plazo [6] nos refuerzan
en la creencia de que la vía más efectiva y a la vez económicamente más
racional para acabar con tanto sufrimiento y privación de libertades humanas
fundamentales es la RB. El resto de medidas se parecen a cuando se discute si
la mejor medida monetaria es darle el dinero a los bancos para que estos lo
hagan llegar a la economía –ya sabemos que no funciona ni aquí ni en Japón-, en
lugar de darlo directamente a los que lo necesitan.
Nuestra intención no ha
sido otra que intentar aportar algún elemento de análisis que pueda ser útil en
unos momentos en que la RB irrumpe otra vez, y quizás con más fuerza que nunca
hasta hoy, en el debate público. Como es habitual cuando una propuesta social
de envergadura, y la RB lo es, se convierte en tema de debate público, surgen
como setas en otoño “amigos” y “enemigos” de la propuesta. Y bien está, pero
creemos que vale la pena intentar aportar algunos conocimientos viejos porque
siguen siendo buenos y otros de más nuevos porque son necesarios. Para lo que
pueda servir. Al fin y al cabo, el artículo de E. Garzón intenta discutir en
serio algunas cuestiones en relación con la RB, lo que permite en principio un
intercambio intelectualmente fecundo y ad rem. En otros y no
infrecuentes casos, en donde se critica per fas et nefas a la
RB porque es intrínsecamente perversa o neoliberal o patriarcal o va contra el
pleno empleo o quiere conseguir una sociedad de subsidiados o no acaba con
todas las injusticias del capitalismo o vaya usted a saber qué, el debate serio
ya es más difícil.
(El artículo completo que hemos
comentado puede leerse en: http://www.lamarea.com/2014/08/13/siete-argumentos-en-contra-de-la-renta-basica-universal-y-favor-del-trabajo-garantizado/)
NOTAS: [1] El caso de vivienda quizás sí
merezca un tratamiento aparte: si la RB consigue ayudar a emancipar a los
jóvenes de sus familias es cierto que habrá presión sobre los precios de acceso
a la vivienda. Por eso la RB no es incompatible sino que necesita además de
potentes políticas públicas de acceso a la vivienda a precios adecuados, como
también hacen determinados países, que disponen de grandes parques de vivienda
protegida. En este punto, el Reino de España está desaprovechando una gran
ocasión para configurar este parque con parte del stock existente en la
actualidad y que se está malvendiendo por parte del Estado (SAREB) a los fondos
especuladores. [2] Para una crítica a fondo a partir de
sus presupuestos teóricos y para el catastrófico caso argentino véase el documento elaborado ya en el año 2004 por
Alan Cibils y Rubén Lo Vuolo (por cierto, presidente de la Red Argentina por el
Ingreso Ciudadano). Ingreso Ciudadano es como se conoce en Argentina, y en
México, a la Renta Básica. [3] Alguno de nosotros pensamos además que la RB debería ir
acompañada de medidas efectivas de reparto del tiempo de trabajo (RTT), que
combinadas con otras medidas de creación de empleo en sectores como los
relacionados a la transición energética y a la economía del bienestar y la I+D
conseguirían eliminar el paro. El sistema para implantar una RTT podría ser una
combinación de reducción de la jornada laboral, de compactación de la misma, de
incremento de permisos para tareas reproductivas, de años sabáticos para
formación o de jubilaciones anticipadas entre otras. La tendencia al RTT ya es
una realidad ahora, pero sometido a los intereses del capital por la negativa a
ser reconocido desde el lado social. Solo una estrategia más democrática y,
porque no, también combinada con un TG sensato, podría hacer que fuera una
medida redistributiva y justa. Pero eso quizás será contado en otra ocasión. [4] El
veterano dirigente laborista Neil Kinnock lo expresó con otras palabras: “La
gente amenazada con el paro no compromete su empleo emprendiendo diversas
acciones de militancia sindical, simplemente no lo hace.”[5] Además,
es mucho más interesante y efectivo, por ejemplo, una Formación Profesional
dual o programas de reciclaje profesional combinados con RB que
abarque todos los sectores productivos que una TG que implica formación en unos
pocos sectores. La evidencia nos dice que por un lado los parados
mayores no quieren formarse si no se les asegura un puesto de
trabajo ya que deben renunciar a ingresos informales y por otro
no quieren coger trabajos temporales si han de renunciar a una renta mínima que
luego les cuesta meses recuperar burocráticamente. Dos casos
que ejemplarizan la trampa de la pobreza que provocan los
sistemas de protección actuales condicionados y que la RB
eliminaría. [6]Como la insostenibilidad de la deuda
creciente, del modelo de crecimiento que supone que los recursos del planeta
son ilimitados, o la creciente automatización de las tareas incluso más
cualificadas.
24/Agosto/2014