Marruecos, pueblo acogedor

Mohamed, Jalima, Yunes, Nayeth..., nos esperan a la llegada, entre otros tantos niños y niñas, en la recóndita aldea ubicada en pleno corazón del vecino país de Marruecos. Nuestras mejillas van sintiendo los besos que nos regalan junto a sus mayores. Sus manitas serán la fiel compañía que nos
llevarán por los caminos y las casas que iremos visitando. Cada familia nos dará su bendición y compartirá con nosotros el té y la comida preparada con los mejores ingredientes y la hospitalidad más desinteresada. Todos los comensales, que comparten con nosotros el exquisito alimento preparado con tanto esmero, estarán atentos para que nos sintamos como los verdaderos señores de la casa.
Mientras tanto, ojos atónitos de decenas de personas que disfrutan de una de las benevolentes playas del sur, verán como un camión de la basura traslada al juzgado a un grupo de inmigrantes cuyo cayuco encalló en la arena, para tramitar la inmediata devolución a sus países. Mientras tanto centenares de inmigrantes intentarán saltar la verja que circunda todo el perímetro de Melilla y sufrirán las deportaciones "en caliente". Mientras tanto la policía recibirá órdenes para cargar con balas de goma contra los indefensos inmigrantes que intenten llegar a la orilla con neumáticos en alguna playa de Ceuta. Mientras tanto muchos inmigrantes serán tratados como delincuentes en los centros de internamiento de extranjeros (CIE)... Y mientras nuestros niños eran agasajados por múltiples regalos de reyes, bebés con sus madres eran tragados en el naufragio de una patera por las implacables aguas del mar. 

Por último, y mientras vemos las noticias en nuestros reconfortables sillones al calor del braserito o la calefacción nos harán creer que estamos siendo invadidos por gentes de tierras hostiles que nos quitan el empleo y quieren imponernos su religión.
¿Quién está detrás de esta política injusta que trata de esta manera a los seres humanos? ¿Qué intereses son la causa de estas violaciones a los más elementales derechos humanos? Voy a poner dos ejemplos visibles de dos personajes de diferentes partidos políticos que se deben a las directrices de este mundo fortaleza e inhóspito, que tiene el cinismo de llamar mundo hostil al de la otra orilla. Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior, es supernumerario del Opus Dei, lo que le obliga a fomentar los valores católicos en su vida. Sin embargo, sus acciones son muy distintas al ser parte activa del Gobierno del PP que ha eliminado las ayudas a la cooperación y desarrollo de los países africanos y ha endurececido aún más la ley de extranjería con las devoluciones en caliente. Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior del Gobierno del PSOE entre 2006 y 2011, desarrolló las mismas políticas migratorias que había iniciado el PP durante el último Gobierno de José María Aznar (2000-2004): rubricó acuerdos que, bajo la apariencia de "cooperación", obligaban a los países africanos a la devolución de inmigrantes, instó a los agentes a trasladar a comisaría a los extranjeros que descubriesen en situación irregular, de tal manera que Margarita Martínez Escamilla, catedrática de Derecho Penal de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Grupo Inmigración y Sistema Penal, afirma que "fue una etapa de redadas racistas basadas en el perfil étnico"; apoyó la llamada Directiva europea de la vergüenza, que permite que cualquier Estado de la UE pueda mantener retenida hasta 18 meses a una persona sin papeles en un Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE), auténticas "cárceles encubiertas", pendiente de la devolución a su país de origen. Aunque el Grupo Socialista Europeo se manifestó en contra de la norma, el PSOE español la respaldó, y solo dos de sus 18 eurodiputados, Josep Borrell y Raimon Obiols, se rebelaron y votaron en contra.
Cuando volvíamos de Marruecos, en la verja del puerto de Tarifa, una mujer regalaba biblias para convertir al incrédulo o al infiel. ¿Podríamos comenzar a aplicarnos el evangelio las personas que decimos creer en Jesús de Nazaret o que como ciudadanos tenemos una Constitución basada en muchos de sus artículos en la declaración universal de los derechos humanos? Estamos ante un interesante año político, donde los partidos históricos prometen cambiar y los emergentes aseguran que todo será diferente. Habremos de estar expectantes ante las alternativas que ofrecen y esperemos que la tan proclamada regeneración política venga acompañada de una regeneración humana que termine, entre otras cosas, con estas vergonzosas políticas de inmigración.
Miguel Santiago, Profesor. Miembro de Asamblea de Andalucía

Fuente original: Diario Córdoba, 17 de enero de 2015