Gestos de humanidad y sensatez


Conforme avanzaba  la noche del pasado 24 de mayo muchos/as ciudadanos/as celebraban unos resultados electorales que devolvían la esperanza a millones de personas empobrecidas. La
renombrada crisis, deliberada por los poderes de la economía neoliberal y duramente criticada por el Papa Francisco (“el capitalismo salvaje ha enseñado la lógica de las ganancias a cualquier precio”), ha provocado el aumento de la brecha entre ricos y empobrecidos. El informe anual sobre la Riqueza en el Mundo 2015 señala que las personas con grandes patrimonios en España han pasado de 127.100 en 2008 a 178.000 en 2014, o sea, 50.900 nuevos millonarios. La cifra de millonarios creció en 2014 por encima de la media mundial (el 10% frente al 7%). El Instituto Nacional de Estadística (INE) contrastaba la anterior noticia, informando que el presupuesto de los hogares se ha recortado el 14.7% desde 2008. Este hecho ha evidenciado el mayor atentado contra los derechos humanos: la mitad de los/as niños/as andaluces (834.000) padecen riesgo de pobreza o exclusión social, según la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV 2014).
La realidad descrita es la que provocó una reacción en muchos ciudadanos que se tornó en inmensa alegría al ver cómo una nueva política era posible por todo el país. Nuevos/as alcaldes/as se estrenaban en sus cargos con el firme propósito de enmendar una política económica inhumana, radical y extremista que atenta contra la dignidad de millones de personas. Un ejemplo de este júbilo tuvo lugar en la plaza del Ayuntamiento de Cádiz que, repleta de gente, jaleaba la investidura con cánticos de “sí se puede” en un ambiente festivo y pacífico. El nuevo alcalde José María González, apodado ‘Kichi’, tras asomarse al balcón a saludar, manifestó como primera medida reducir los salarios de los concejales: "no voy a cobrar más que lo que cobraba como profesor de historia, que son 1.800,80 euros”.
Una de las primeras medidas de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, fue detener un desahucio en el barrio de Nou Barris. Colau se personó en el mismo lugar de los hechos encontrándose a una familia con dos niños de 2 y 7 años, con las maletas en la calle y con los nervios a flor de piel. Por su parte, Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid,  mantuvo reuniones con el presidente del BBVA, Francisco González, y su homóloga del Banco Santander, Ana Patricia Botín, para mostrarles las iniciativas del nuevo Gobierno municipal a la hora de frenar los desahucios y crear un parque de viviendas sociales. Joan Ribó, el nuevo alcalde de Valencia,  llegaba al Ayuntamiento en bicicleta, y como primera medida firmó las ayudas para los comedores escolares y  anunció que habilitará un día a la semana para abrir “líneas de conexión” con la ciudadanía.
Junto a estas medidas propias de una política social solidaria y humana también se han tomado decisiones que hacen madurar a nuestra democracia, decisiones que suponen desligar al Estado de la religión, desde el respeto a todas las confesiones. Un ejemplo lo protagonizaron los tres alcaldes de “las Mareas” de Galicia, que se han hecho con las alcaldías de A Coruña, Ferrol y Santiago, al ausentarse de la ceremonia religiosa que desde 1669 realizan los alcaldes de las siete ciudades que formaban el Antiguo Reino de Galicia y en la que proclaman su “devoción” a la figura del Santísimo Señor Sacramentado en Lugo.
El arzobispo de Santiago reaccionó amonestando a quienes apuestan por "el olvido de Dios". Mientras que se producían estos actos, el alcalde de A Coruña, acudía a otro tipo de ofrenda, en este caso a María Wonenburger, la primera mujer española que consiguió una beca Fullbright para doctorarse en Estados Unidos, homenajeando con su presencia a la ciencia y al conocimiento.
Valga un segundo ejemplo de madurez democrática: el primer acto de Isabel Ambrosio, alcaldesa de Córdoba, fue una ofrenda floral en el cementerio de la Salud al que hasta ahora era el último alcalde socialista que tuvo Córdoba, Manuel Sánchez Badajoz, fusilado por los franquistas en 1936.
En definitiva, la política debe colmarse de gestos y de gestión al servicio de las personas, preferentemente de las más necesitadas, y debe ser ejercida no tanto por personas buenas y bien intencionadas sino por personas justas. Ni se ocupen ni se preocupen de los malos agoreros que, para infundir miedo, les llaman radicales o extremistas. Es algo añejo que se repite en la historia, y que tuvieron que sufrir muchos/as otros/as, como Don Helder Cámara, arzobispo brasileño, quien de sencilla manera sintetizaba: “Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy un comunista”.

Miguel Santiago Losada, Profesor. Miembro de Asamblea de Andalucía.
Córdoba, 27 de junio de 2015