El día 8 de abril de
este año fue un día importante en la historia de España. Una
delegación del Parlament catalán, siguiendo las leyes del país, pidió a las
Cortes Españolas que delegaran al Parlament de Catalunya la potestad
de convocar una consulta al pueblo catalán para que este se
pronunciara sobre distintas alternativas de articulación de
Catalunya con el resto de España.
Aunque predecible, las declaraciones de
gran parte de los representantes políticos, y muy en particular de los
representantes de las derechas españolas, fueron características del
nacionalismo españolista, expresado en su forma más autoritaria y
antipática, que gran número de catalanes encuentran ofensiva. Y
no utilizo el adjetivo de españolista como un
término peyorativo
(como tampoco el ampliamente utilizado término catalanista lo es).
Defino como nacionalismo españolista a aquellos
que tienen una visión
uninacional de España, excluyente de otras naciones que la
componen, que pudieran estar unidas por un acto voluntario expresado
por referéndum. Esta visión españolista está reflejada en el Estado
español actual.
Esta visión del
nacionalismo españolista alcanzó su máxima expresión durante la
dictadura, de cuyo estamento e ideología departe el Partido
Popular, dirigido por el Sr. Rajoy. Este partido nunca (repito, nunca)
ha denunciado públicamente aquel régimen dictatorial,
ubicándose dentro del espectro político europeo en la ultraderecha. Su
discurso consistió en utilizar la Constitución como arma para decirle al
Parlament catalán que ni pensarlo. El pueblo catalán no tiene
derecho a ser consultado en un referéndum, y no
puede votar sobre su
futuro y su articulación con el Estado español.
Con razón, el
parlamentario de las Cortes del partido independentista (ERC) le dio las
gracias al Sr. Rajoy, pues el PP es la mayor fábrica de independentistas en
Catalunya. El rechazo hacia el fascismo (que es el término científico
que debería utilizarse para definir la ideología que caracterizó a la
dictadura. Ver mi artículo “Franquismo o fascismo” en Público,
09.07.13) en Catalunya es extenso debido a su memoria histórica,
pues además de la opresión de clase hubo la opresión de nación. Y
este rechazo incluye a sus herederos. El PP es un partido minoritario
en Catalunya.
La segunda voz de este
españolismo fue la de Rosa Díez y UPyD, que representan
su versión más agresiva, y cuyo nivel expositivo es
limitado, apoyándose en hechos falsos fácilmente comprobables. Quisiera
aclarar que no estoy acusando a tal representante de
mentir, pues mentir es asumir que el que miente conoce la verdad, lo
cual raramente ocurre en esta persona. La
ligereza en los datos
que utiliza es bien conocida lo cual explica su escasa credibilidad.
No es cierto, por ejemplo, que la Corte Suprema de EEUU le haya dicho
al Estado de Texas que no puede independizarse o que
el estado de Texas no puede hacer una consulta (tal como la Sra. Rosa
Díez indicó). La confusión de este personaje político alcanza
niveles denunciables. Es sorprendente que intelectuales como
Fernando Savater o Francesc de Carreras,
seguidores de esta
dirigente política, no denuncien tales comportamientos. Por
cierto, otros dirigentes, además de Rosa Díez, hicieron errores
semejantes. No es cierto que no haya Estados federales que no
permitan consultas y/o referéndums de autodeterminación.
EEUU es un ejemplo que sí los permite. Y tampoco es cierto que
no haya Estados soberanos pero no
independientes que no
puedan independizarse. Puerto Rico, entre otros, es un ejemplo
de ello.
Los nacionalistas
españolistas así como los nacionalistas catalanistas y los
independentistas quisieron acentuar que el debate se centraba en
independencia sí o independencia no de Catalunya.
Ahora bien, como bien
dijo el representante de Izquierda Plural, el Sr. Joan Coscubiela, este
no era el eje central de la proposición que se estaba discutiendo: el
tema central era si el pueblo catalán podría o no ser consultado
sobre su futuro. Y la respuesta del nacionalismo españolista fue un
rotundo NO.
Pero sorprendió
también Rubalcaba, que inició su discurso con una declaración que
inmediatamente trasladó el debate a un nivel erróneo e incorrecto.
Dijo que él no era nacionalista, sino socialista, implicando que todos
los que pedían la consulta eran nacionalistas (nacionalistas
catalanistas), lo cual es claramente incorrecto en el caso de Izquierda
Plural. Pero lo que es también cuestionable es que él dijera que no es
nacionalista. Sí que lo es, pues tiene una visión de España que se
corresponde con la del nacionalismo españolista. Es interesante que este
nacionalismo es el único en España que se presenta como no
nacionalista, siendo el más asfixiante e intolerante de todos los
nacionalismos. Rubalcaba tiene una visión de España que es la que tiene el
nacionalismo españolista, prevalente en el establishment españolista,
centrado en Madrid. Asume que España es una nación única e
indivisible, cuya unidad está garantizada por el Ejército. No admite
que en España haya otras naciones con el poder de decidir sobre su
articulación con el resto del Estado (tal como el PSOE creyó hasta el
año 1976). Pero sorprende también que no
hubiera un portavoz
del socialismo catalán que contribuyera al debate, estando
callados los representantes del PSC. Tal partido apareció como una rama
del PSOE, imagen que le está haciendo mucho daño en
Catalunya. Felicito a Izquierda Plural, que escogió como portavoz a un
catalán miembro de la izquierda catalana. Fue también el dirigente
de la coalición formada por ICV y EUiA, Joan Herrera, quien
relacionó el tema nacional con el tema social. El mismo Estado, hoy
gobernado por el PP, que niega la plurinacionalidad de
España (al no permitir a cada nación decidir sobre su futuro) es el
mismo estado que mantiene a España a la cola de la Europa social.
También erró Rubalcaba
en cuanto a datos empíricos. Su definición de
autodeterminación (limitando tal derecho solo a las colonias de una
imperio) ignora, como acabo de indicar, la propia experiencia española y
la propia historia del PSOE. Este partido pedía, en sus manifiestos y
resoluciones durante la clandestinidad, el derecho de
autodeterminación para Catalunya y para todas las naciones del Estado
español. El PSOE nunca explicó por qué varió esta postura durante
la Transición. Es más que probable que lo hiciera debido, en
parte, a la presión del Monarca y del Ejército. Un indicador de ello es
que cuando tuvo lugar el golpe de Estado en 1981 fue cuando, para
aplacar al Ejército, el Monarca insistió en diluir cualquier intento de
plurinacionalidad en las instituciones representativas, lo
que causó que el PSC dejara de tener grupo político propio en las
Cortes, convirtiéndose, en la práctica, en una sección del PSOE.
El fin de un periodo,
el comienzo de otro
La derecha española
actúa predeciblemente. Pero lo peor no es que dijera no, no, no
y no, sino que con su comportamiento no es consciente de que esta
decisión es un eslabón hacia una ruptura inevitable del Estado
español. La única esperanza (y hay factores e indicadores de que una
alternativa es posible) es que la España real, bien representada en
las Marchas por la Dignidad del 22M, consiga establecer los inicios
de un nuevo Estado español. El hartazgo de los distintos pueblos de
España, que está alcanzando niveles muy elevados hacia este
Estado (la mayoría de la población española está de acuerdo con el
eslogan del 15M de que “no nos representan”), se refleja en una
exigencia de cambio radical. Es interesante señalar que la llegada del
contingente catalán (que, además de banderas catalanas, incluía
algunas banderas independentistas) a las Marchas de la Dignidad fue
aplaudida por los manifestantes del 22M de otras partes de España, y es
también muy significativo que Izquierda Unida, la tercera
fuerza política en España, una fuerza que está ascendiendo, también
haya apoyado el derecho a decidir del pueblo catalán. Estos son
datos de una enorme relevancia. La posible alianza de estos movimientos
contestatarios, tanto en Catalunya como en el
resto de España,
ofrece la posibilidad de otro futuro, con otra España, que no la que tenemos.
Y no es extraño que
esta movilización en varias naciones de España, y el apoyo del
movimiento 22M y de IU al derecho a decidir hayan sido ignorados
por las derechas catalanistas. Es significativo que en el
agradecimiento que el portavoz de la Generalitat, el Sr. Homs, a todas las
fuerzas políticas que apoyaron el derecho a decidir, no citara a IU. Y es
porque son conscientes que esta alianza puede también significar un reto a las
derechas nacionalistas catalanas, contra las cuales el
rechazo popular dentro de Catalunya se está extendiendo.
Vicenç Navarro, Catedrático de
Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, 21 de abril
de 2014