Intervención de Jesús Vergara en la mesa redonda “Ofensiva neoliberal y
alternativas políticas”, dentro de las jornadas “Ideas para cambiar el mundo”,
el 26 de abril de 2014
Asamblea de Andalucía
es un movimiento sociopolítico que busca convertirse en el instrumento, en la
herramienta útil, que use la ciudadanía andaluza para impulsar los cambios
sociales, políticos y económicos que, cada vez más, vemos que son necesarios.
Cambios vitales, pues como dice el economista Manuel Delgado Cabeza, el
capitalismo es el sistema de la muerte. Por tanto, AdeA pretende ser capaz de
coordinar diferentes esfuerzos, luchas y potencialidades locales, y también
sectoriales.
Ya en 1914
Blas Infante, en su obra Ideal Andaluz
–de la cual celebramos ahora sus 100 años-, decía que para la “restauración de
Andalucía” ésta necesitaba un remedio económico, una orientación política, un
plan cultural, y una dirección espiritual y una fuerza que “la apostole y
salve” (hoy diríamos que conciencie y avance en todo lo anterior)[1]. Hoy,
cien años después, Andalucía continúa con las mismas necesidades. Por eso se
hace necesario retomar la política por parte del pueblo, retomarla además desde
el territorio, desde la base, siempre de abajo-arriba. Y para ello el primer
paso es crear pensamiento crítico, desde abajo y desde la izquierda, como
alternativa creíble al imperio del “pensamiento único”, o “pensamiento cero”,
como ya hace tiempo se refiere el antropólogo Isidoro Moreno.
Pero también
pensamiento crítico hacia esa parte de la izquierda que ha caído en las
doctrinas cuasi oficialistas de lo que en los años 90 se llamaba “la casa
común”, de las teorías de “lo menos malo”[2], y de
las consignas de la unidad por la unidad, a base de perder identidad y mensaje.
Por esto,
entre otras muchas razones, por ejemplo, apostamos
por la abstención en las próximas elecciones europeas. No solamente porque
Andalucía no esté nuevamente encima de la mesa en ninguno de los debates
electorales ni de los programas de las diferentes candidaturas, sino porque lo
consideramos una distracción en nuestros objetivos; además de, directamente, un
timo a la democracia el realizar unas elecciones destinadas a elegir un
Parlamento que no legisla, pues las escasas competencias legislativas que tiene
la Eurocámara las tiene que compartir con la Comisión Europea y el Consejo de
la Unión Europea, ninguno de los cuales son democráticos ni elegidos en
elecciones ningunas.
La prueba de
esto es ver simplemente el poco respaldo que la ciudadanía ha dado siempre a
estas elecciones: Por ejemplo, desde 1999 y en el conjunto de la UE, la
participación ha sido siempre inferior al 50%, siendo en 2009 sólo el 43% de
media, e inferior al 50% en 18 de los 27 países miembros[3].
Desde AdeA
pensamos en la unidad de los movimientos sociales como camino para hacer que el
poder recaiga definitivamente en manos de la gente. La unidad de quienes
pretendan transformar radicalmente el sistema, no reformarlo ni retocarlo con
meras pinceladas posibilistas.
Ya Blas
Infante criticaba a la clase política de la IIª República acusándolos del
fracaso de la misma, por ejercer más que de políticos, de modistos, preocupados
más en las formas que en el fondo y en la raíz de los problemas[4].
Unidad también
desde la especificad de cada pueblo, en nuestro caso Andalucía, para buscar
lógicas diferentes a las del mercado totalizador, lógicas de la dignidad de las
personas y de los pueblos.
Buscamos la
re-politización de lo social, más allá del marco del Estado y de los partidos y
las elecciones. Por eso AdeA no es un partido, porque busca salir de la lógica
de la participación política, como marca ya la Constitución de 1978, sólo desde
los partidos. Denunciamos por tanto la trampa de sustituir democracia por
partitocracia.
Para esta
politización de lo social se hace necesario activar la memoria y la conciencia
colectivas del Pueblo Andaluz y desarrollar los valores de la cultura andaluza
que puedan ser ejes factibles de resistencia frente a la globalización
totalitaria y deshumanizadora[5].
Como ejemplo
de esto podemos traer el caso de la Plataforma
Ciudadana en defensa de la declaración como Patrimonio de la Humanidad de la
Mezquita-Catedral de Córdoba, que, impulsada por miembros de AdeA, ha
conseguido reunir cerca de 150.000 firmas para intentar impedir la apropiación
de este bien público andaluz por parte de la Iglesia Católica[6].
La nueva
política y las nuevas soluciones a los problemas de los pueblos, ciudades y
barrios de Andalucía debe venir de la misma ciudadanía, en procesos de
intervención y participación política activa, a través del asamblearismo, el
consenso y la democracia directa y participativa; algo que trae aparejado el
compromiso individual y colectivo de la superposición de lo comunitario por
encima de lo personal.
Dicho todo
esto: ¿qué futuro queremos?, ¿qué
Andalucía queremos para el futuro? Sin entrar en hacer política ficción, es
obvio que el sistema actual no sirve. O mejor dicho, no sirve a los intereses
de la mayoría. Lo sabíamos desde hace tiempo pero ahora se ha hecho más patente
que nunca, una vez que el reclamo del denominado “sistema del bienestar” ya ha
dejado de ser necesario para desmontar las alternativas sociopolíticas que
existían hasta 1989.
Este sistema
no sirve a los intereses de los pueblos. Concretando en el marco del Estado
Español, no sirve al conjunto de los pueblos que lo componen, y sobre todo no
sirve para Andalucía, ni para los pueblos de Andalucía.
Podemos decir
que vivimos hoy en una de las épocas de la contemporaneidad en la que
soportamos mayores índices de subdesarrollo, de dependencia y de colonialismo
interior que nunca. Como muestra, el botón de los últimos índices publicados de
paro y de siniestralidad laboral: Andalucía es la región administrativa con más
paro de la Unión Europea[7], y al
mismo tiempo la que más aumento soporta de siniestralidad laboral, de un 7’2%
(el triple que el resto del Estado)[8].
Desde AdeA
consideramos que los andaluces y
andaluzas tenemos derecho a ser protagonistas de las decisiones que nos afecten;
para lo cual es necesario dotarnos de ese ámbito andaluz de decisión real del
que hoy carecemos, más de 30 años después de aprobarse la autonomía[9].
Ahondar en esos valores andaluces en que se basan sus estructuras profundas y
la orientación de su lógica. Cultura andaluza como instrumento de resistencia,
porque sólo los pueblos que posean conciencia de sí mismos pueden afirmar su
identidad política y seguir existiendo en el futuro.
Es decir: SOBERANÍA para decidir la solución de
nuestros problemas y de cómo nos queremos organizar y gobernar entre nosotros y
nosotras mismas. Se trata de construir un poder real autónomo, en lo cultural,
en lo político, y en lo económico, como resultado de nuestra participación
activa como Pueblo Andaluz.
El futuro,
para que sea otro, y consecuentemente con todo lo anterior, también debe pasar
por ser municipalista. Lo territorial, lo local, lo comarcal, lo regional, como
ámbito del rescate de la política, donde realmente se toman las decisiones, y
no desde parlamentos europeos. Hay que acercar el poder al pueblo; y hay que
acercar el pueblo, el municipio –el universo social de lo local como algunos lo
han denominado- al poder, y al Poder con mayúsculas.
Esto implica
dejar de ser mano de obra cualificada barata y dócil, dejar de ser meros
consumidores para comenzar a ser eso que una vez creímos ser: CIUDADANÍA. Porque el municipalismo
rompe de raíz la división internacional del trabajo que ha impuesto el sistema
capitalista, y rompe con el papel que en éste se le ha otorgado a Andalucía,
sin preguntarnos a los andaluces y andaluzas.
Históricamente,
en Andalucía, el sentimiento colectivo de identidad siempre ha florecido en
momentos de reivindicaciones sociales y políticas de democracia e igualdad, y
el nexo de unión entre reivindicación política y reafirmación cultural siempre
ha sido el territorio, el municipalismo, desde el 4 de diciembre de 1868 hasta
el 4 de diciembre de 1977.
El futuro no
puede construirse reproduciendo el presente, porque éste es un presente que no
tiene futuro, que no tiene futuro humano. ¿A alguien no le queda claro a estas
alturas que al sistema le sobramos la mitad de la población mundial? Un futuro post-capitalista debe ser un
futuro de los pueblos.
Andalucía está
relegada a la primera periferia del sistema, pero no debemos pretender
convertirla en parte del centro, porque además ahí no hay planeado sitio para
ella. Su futuro debemos inventarlo entre todos y todas, y muchos de los
materiales y experiencias que nos pueden servir están ya en marcha, como los
llevados a cabo en algunos pueblos latinoamericanos o africanos. Pero además
algunas de estas experiencias están ya entre nosotros y nosotras: experiencias
prácticas alternativas de actuación, de relaciones laborales, de soberanía
alimentaria, de cooperativismo, basadas en otros valores de los que rigen en el
sistema actual, como es el de la mayor acumulación posible. Valores como la
cooperación, la solidaridad, la cohesión social, la defensa de los bienes
comunes y de lo público, la racionalidad en el uso de los recursos naturales, el
decrecimiento, la economía social y sostenible, las redes comunitarias, la
defensa de los Derechos Humanos,…
Todo esto
implica también municipalismo, y viceversa. Implica recuperar el control sobre
nuestro ámbito.
Hay
alternativas, lo que no hay es voluntad política. Por eso lo prioritario es
rescatar la política de las maquinarias electoreras –como decía Blas Infante-,
y que el pueblo se haga con ellas, para que ponga la economía a su servicio y
no al revés, como hoy pasa.
Nuestro
objetivo como AdeA no es ganar elecciones. Como decíamos antes, en Andalucía
lucha social y lucha por la conciencia de pueblo siempre han sido la misma
cosa. Por tanto, lo que buscamos es politizar la sociedad andaluza,
empoderarla, y concienciarla para que sea ella misma la que acabe con sus
propios problemas y plantee una alternativa de vida y dignidad frente a lo que
hoy se nos, más que ofrece, impone. Es decir, la acción de un Pueblo.
La utopía no
es lo imposible, sino lo difícil, y eso es lo que tratamos de buscar en AdeA:
trabajar mientras caminamos, de forma colectiva, como decía Diamantino, con la cabeza fría y los
pies calientes, para que se cumplan los Derechos Humanos individuales y
colectivos.
Y caminar
mientras trabajamos, para crear una sociedad realmente democrática, pues
seguimos creyendo a Blas Infante cuando decía que Andalucía solamente sería
libre cuando los andaluces y andaluzas fueran libres.
Muchas gracias.
Sevilla, 26 de abril de
2014
[1] Intervención de Isidoro
Moreno en el acto homenaje del Ateneo de Sevilla a Blas Infante el 21 de marzo
de 2014: http://asambleadandalucia.blogspot.com.es/2014/03/blog-post.html
[2] Como ejemplo de la defensa
de “lo menos malo”: ALBA RICO, Santiago, “Podemos en Ucrania” (4/Marzo/2014),
en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=181545
[4] INFANTE PÉREZ, Blas, El Complot de Tablada y el Estado Libre de
Andalucía, Sevilla, 1931
[5] Para ampliar: MORENO
NAVARRO, Isidoro, y DELGADO CABEZA, Manuel, Andalucía:
una cultura y una economía para la vida, Editorial Atrapasueños SCA y
autonomía Sur, Sevilla, 2013
[8] OCAÑA ESCOLAR, Luis, “Andalucía,
líder”, en http://asambleadandalucia.blogspot.com.es/2014/04/andalucia-lider.html
[9] Algunos ejemplos de cómo
la Junta de Andalucía deja de utilizar conscientemente el Estatuto de
Autonomía: