Otra vez, Luz María, el reto de
intentar explicarte los resultados de unos comicios aquí en el Estado español,
esta vez los de las elecciones generales, me viene de fábula para ordenar mis
pensamientos. Y de nuevo, ya me conoces, me pongo las gafas de las soberanías.
¿Son los resultados favorables para quienes pensamos que es necesario que la
gobernanza de los territorios vuelva a las personas para que en pequeñas
comunidades, pueblos o barrios puedan gestionar en común sus bienes colectivos
que desde economías de los cuidados son garantía de alimentación, vivienda,
energía, salud y un entorno sano?
De hecho, para quienes pensamos
así, no deja de ser una contradicción las esperanzas y esfuerzos que ponemos en
las votaciones a las que nos llaman cada cuatro años, pues este mecanismo de
democracia representativa nos aleja mucho de nuestras aspiraciones. Con nuestro
voto, por radical que sea, ¿no legitimamos un sistema impuesto y que nos
arrincona e invisibiliza hasta las próximas elecciones?
Pero en fin, con esta salvaguarda
y como bien sé que ya conoces los resultados, creo que vale la pena centrarse,
en primer lugar, en el resultado de Podemos y sus confluencias. Sus resultados
-muy buenos- nos indican que mayoritariamente su electorado, en mayor o menor
grado, han sido personas con anhelos de alcanzar más cuotas de soberanías.
Soberanías desde el punto de vista social pues muchas de las propuestas
recogidas en su programa emanan en buena parte de los planteamientos surgidos
del movimiento del 15M o los indignados así como de otrosmovimientos sociales
de largo recorridos. La presencia activa en la campaña de Ada Colau vinculada a
la Plataforma contra los Desahucios es una buena muestra. Y también, como
indican los resultados, soberanías desde el punto de vista territorial. De los
69 escaños obtenidos 36 proceden de las diferentes formaciones con las que han
gestado alianzas en los Països Catalans, Euskal Herria i Galiza. Para
todas ellas, y para Podemos en genérico, el derecho a decidir y la aceptación
del referéndum de autodeterminación son puntos centrales de su programa.
Es decir, tenemos un resultado muy
notorio que, juntamente con el fracaso de las fuerzas más reaccionarias del PP
y Ciudadanos, nos podrían hacer pensar que desde esta concepción de “retomar el
control de los mandos” las cosas han ido bien y que llegan nuevos tiempos. Pero
las matemáticas, me temo, nos llevarán a un escenario del todo diferente y por
siempre conocido.
De todas las combinaciones de
pactos posibles sólo hay dos factibles. Una gran coalición del PP con el PSOE o
bien que, gracias a la abstención del PSOE, el PP pueda gobernar en minoría. Y
esto que se presentará como un gran debate y que nos llevará semanas de
tertulias y tiras y aflojas es una nimiedad. Es el juego al que quienes
administran sus decisiones les dejarán jugar. Porque no nos engañemos, si
cuestionamos este sistema de softdemocracia representativa es precisamente
porque la Soberanía, diga lo que diga la Constitución, no reside en el Pueblo;
ni en sus representantes elegidos, ni en el Rey, ni el Jefe del Estado si
estuviéramos en una República. Al final, la soberanía la ejerce el Mercado y
sus fuerzas que siempre le acompañan, como dirían los héroes globalizados de la
Guerra de las Galaxias, léase: el poder financiero y las grandes corporaciones,
también globalizadas.
Y en el Imperio de los Mercados
están tranquilos, sus números les cuadran muy bien. Su precioso bebé, del que
tanto esperan, duerme plácidamente. Sólo sumando los escaños de estas fuerzas,
PP y PSOE, quien realmente gana por goleada estas elecciones es el TTIP, el
Tratado de Libre Comercio entre EEUU y Europa, que obtiene una mayoría
demoledora, como demoledora será su aplicación. Los ahora distantes Rajoy y
Sánchez cuando oigan la voz de su amo no tardarán en declinar a dúo y cogidos
de la mano: Yo aprobaré el TTIP, tú aprobarás el TTIP, nosotros aprobaremos el
TTIP.
Las siglas del TTIP, las siglas
del mayor mercado imaginado, son las vencedoras de estas elecciones.
¿Un análisis simple? Sí. Y espero
que equivocado
Gustavo Duch, La Jornada de México, 23 de diciembre de
2015